sábado, 8 de octubre de 2016

Análisis de la división sexual del trabajo en la enseñanza preescolar (II)


2.Análisis de las causas que han originado el intenso grado de feminización en el profesorado de preescolar.

        Como segundo objetivo de nuestro trabajo nos proponíamos abordar la posible o posibles causas que pudieran explicar el fenómeno que estudiamos, intentando relacionarlo con los temas debatidos en clases.

        En este sentido planteamos la siguiente hipótesis que nos puede servir de ayuda en nuestro análisis:

        “La feminización de los niveles más bajos del sistema educativo constituye un proceso que se ha desarrollado a lo largo de un espacio de tiempo relativamente amplio, de ahí que en su génesis y evolución deben haber confluido una serie de circunstancias diferentes, aunque presumiblemente en estrecha relación”

 

Si bien nuestro interés gira en torno al preescolar, quisiera señalar que en el análisis que llevamos a cabo nos resulta muy difícil desligarlo de los niveles más próximos (elementales) incluso de la enseñanza en su conjunto.

2.1.Una de las consideraciones más extendidas en relación al tema que tratamos es la referente a la circunstancia de que las mujeres cuando realizan trabajos remunerados tienden a concentrarse en determinadas ocupaciones, aspecto íntimamente relacionado con la división horizontal del trabajo(14).

Numerosos autores señalan que este tipo de actividades son las que muestran una mayor correspondencia con el trabajo en el seno del hogar: el trabajo de servicios, atención personal, etc. Así, M. Apple señala:

“la conexión entre enseñanza en la escuela elemental y las ideologías que rodean a la domesticidad, y en la definición de un lugar propio de la mujer” (15).

 

Es evidente que la enseñanza, al menos en sus niveles más bajos, conjuga elementos de servicio y educación, que en conjunto la caracterizarían como “trabajo femenino”. En tal sentido, L. Lurçat sostiene que por su carácter de intermediario entre la guardería y la escuela primaria:

“el parvulario tiene siempre una doble función; una función de guardería y una función de educación” (16).

 

Del mismo modo, y refiriéndose a la incorporación de la mujer a la enseñanza en el siglo XIX, en Estados Unidos, F. A. Maher y Ch. H. Rathborne señalan como:

“Durante este periodo se esperaba que las mujeres aportaran a la enseñanza (y a la escuela) un apoyo de calor y acogida, como el que se asociaba con la maternidad” (17).

(14)APPLE, M. W., 1989, pág. 61.

(15)Ibidem, pág. 64.

(16)LURÇAT, L. , 1977, pág. 33.

(17)MAHER, F. A. y RATHBORNE, CH. H., 1989, pág. 97.

La enseñanza, al contrario que otras actividades, por ejemplo, el trabajo en las fábricas, no implica una ruptura radical con las funciones que tradicionalmente han sido asignadas al sexo femenino: el cuidado y la educación de los hijos. De ahí que la incorporación de la mujer al magisterio suponga en cierto modo la extensión de sus funciones educadoras tradicionales.

En España, como en otros países, la reflexión justificativa gira en torno a las mismas coordenadas. En 1882 se declara oficialmente que las escuelas de párvulos fuesen regentadas exclusivamente por maestras, porque, en palabras del ministro de Fomento:

“su aptitud maravillosa y probada para el magisterio, sus dotes y condiciones especiales en relación con la idea de la familia, y su cariñoso y proverbial instinto al amor de la infancia, justifican sobradamente la determinación de poner en sus manos la enseñanza de la niñez” (18).

En este sentido, hay que tener en cuenta que en España la feminización del magisterio se inició precisamente en el parvulario, como señalamos anteriormente, y desde este nivel inferior, las mujeres han ido aumentando progresivamente su participación en los niveles superiores.

A partir de aquí podemos extraer la primera causa que explique la masiva presencia de mujeres en la enseñanza preescolar en la actualidad, y es precisamente la existencia de medidas de carácter oficial que favorecen tal situación, sustentadas, eso sí, como en otros países, en la idoneidad de la mujer por sus propias características (19).

2.2.Otra de las causas que determinaron el acceso masivo de la mujer a la enseñanza elemental fue posiblemente la prohibición expresa para ejercer infinidad de profesiones y ocupar determinados puestos dentro de la Administración, el ejército, etc. a lo que coadyuvaron las trabas y disposiciones que impidieron durante mucho tiempo su acceso como estudiantes a la enseñanza superior.

Ante tal situación la mujer se vería frente a un reducido abanico de posibles ocupaciones remuneradas, precisamente las consideradas como propiamente “femeninas”, no es de extrañar, por tanto, su concentración en este sector. Evidentemente, como señala M.W. Apple:

“Dada la explotación de las fábricas y la fatiga del trabajo doméstico remunerado y no remunerado, la enseñanza debió parecer una ocupación considerablemente placentera para muchas mujeres solteras” (20). 

 

Sobre todo si consideramos que en cierto modo se trataba de:

“un trabajo limpio, aparentemente no duro, y al estar mal pagado –hasta fechas relativamente recientes- implica una gran carga altruista y vocacional” (21).

(18)GABRIEL, N. de, 1990, pág.439.

(19)Consuelo Flecha (pág. 86) señala que según una ley de 1965 y con referencia a la enseñanza primaria, el Ministerio de Educación determina que en el caso de que no sea posible  designar maestros, las escuelas de niños pueden ser dirigidas por maestras, pero procurando que se adscriban a los grados de menor edad.

(20) )APPLE, M. W., 1989, pág. 70.

(21)FEMINISTAS ENSEÑANTES DE MADRID, 1977, pág. 54.      

En este sentido, parece claro que el reducido prestigio social de esta ocupación favoreció las posibilidades de inserción laboral por parte de la mujer, mientras que, incluso en otros niveles dentro de la docencia, de mayor prestigio, se mantuvo una tenaz resistencia a la incorporación de la mujer, que se mantiene en cierto modo hasta la actualidad.

2.3.Un factor a considerar a la hora de interpretar la feminización de la enseñanza elemental sería el hecho de que las mujeres estaban dispuestas a realizar el mismo trabajo que los hombres por un salario más reducido, y en peores condiciones; este fenómeno, observado por M. W. Apple en los Estados Unidos e Inglaterra, se repite igualmente en nuestro país, así, la Ley Moyano establecía que el sueldo de las maestras ascendiera aproximadamente a las dos terceras partes del que correspondiese a los maestros (22).

En realidad estamos ante un tipo de discriminación basado exclusivamente en el sexo, que no se circunscribe al ámbito de la enseñanza, sino que ha estado presente en el pasado y también en la actualidad en los distintos sectores laborales.

2.4.M.W. Apple (23) sostiene que el abandono de la enseñanza por parte de los hombres, en busca de otro tipo de empleo, constituye un factor determinante a la hora de analizar el acceso masivo de la mujer a la actividad docente. En el caso de España hay autores que comparten esta idea, como Narciso de Gabriel(24) mientras que otros, como Pilar Ballarín (25) sostienen que en el caso de nuestro país no puede interpretarse de la misma manera,  por una serie de circunstancias de tipo local o económico.

2.5.También resulta significativo que en una época en que se tiene la pretensión por parte de las instituciones públicas de escolarizar a los niños y a las niñas de acuerdo a unos patrones específicos en cada caso; y donde la escuela tiene como misión la de preparar a las niñas para los papeles que le están reservados en el futuro como mujer, concretamente el de esposa y madre, es indudable que se concede gran importancia a las enseñanzas específicamente “femeninas” como labores, costura, etc., por lo que necesariamente este tipo de educación debe estar al cargo de mujeres, con lo que se les facilita en gran medida su acceso a la docencia.

(22) GABRIEL, N. de, 1990, pág.443.

(23)APPLE, M. W., 1989, pág. 69.

(24) GABRIEL, N. de, 1990, pág.442.

(25)BALLARÍN DOMINGO, P., 1990, pág. 35.

2.6.Además, el proceso de feminización en la enseñanza se vio favorecido por el hecho de que en sus inicios los requisitos para ejercer la docencia, al menos a nivel elemental, no eran muy rígidos.

En el caso del parvulario, en nuestro país, hasta fechas relativamente recientes no se requería de titulación específica para ejercer de parvulista, por lo que un grupo numeroso de mujeres, carentes de cualificación, o a través de breves cursillos, pudieron incorporarse al mismo (26). En realidad, se trataba de un trabajo totalmente devaluado, prácticamente olvidado por la Administración, puesto que no se le consideraba como enseñanza obligatoria, se pretendía únicamente tener recogidos a los niños.

Este hecho puede explicar en gran medida la casi total ausencia de hombres en este nivel. Sin embargo, a partir del momento en que se le concede cierto reconocimiento oficial, se reconoce la especialidad, con un curriculum determinado, y se dota al profesorado del mismo nivel retributivo que al de Primaria, se aprecia un ligero descenso, pero sostenido, en el porcentaje de mujeres a favor de los hombres; así, a nivel estatal, en el curso 1975-1976 existía un 98,6% de mujeres parvulistas, en 1982-83, un 95,8% y en 1983-84 un 95,5% (27); mientras que continúa el proceso de feminización en la E.G.B.: curso 1975-76 56,9 de profesoras, curso 1982-83, 60,4% y en el curso 1983-84, 61,2% (28).

2.7.Por último, ha debido influir en la presencia abrumadora de las mujeres en determinados niveles educativos la posibilidad de contar con horarios relativamente flexibles, y sobre todo,  con el incentivo de un periodo de vacaciones más amplio que en otras ocupaciones. Este hecho representa un elemento de notable interés en el caso de mujeres jóvenes y con niños pequeños (29).

(26)Especialmente en el sector privado.

(27)GARCÍA GARCÍA, E., 1988, pág. 256./ C.E.D.O.C., 1987, pág. 410.

(28)GARCÍA GARCÍA, E., 1988, pág. 256./ C.E.D.O.C., 1987, pág. 410.

(29)Está muy extendida en el magisterio (y posiblemente en otros niveles superiores de la enseñanza) la costumbre de “programar” el nacimiento de los hijos para los meses de marzo o abril, lo cual permite unir la licencia por embarazo con las vacaciones de verano, y disponer así de un amplio periodo para el cuidado de los niños.

 

3.Conclusiones.

        En general, podemos afirmar, que  nuestra hipótesis se verifica porque  no podemos hablar de una causa concreta que explique por sí misma el fenómeno generalizado de feminización en los niveles más bajos  del sistema educativo, especialmente en preescolar. Más bien se trataría de la combinación de distintos factores que no siempre estarían presentes en todos los países, pero que en determinados momentos históricos podrían haber propiciado tal situación.

        Sin embargo, como señalamos anteriormente, pretendíamos relacionar los resultados de este breve análisis con el debate que realizamos en clase y en tal sentido nos atrevemos a afirmar que la actual feminización del profesorado, especialmente en los niveles inferiores de la enseñanza, no se debe a planteamientos de tipo pedagógico, como en numerosas ocasiones se ha argumentado (léase mejores dotes pedagógicas de las mujeres, por sus características innatas, para trabajar con niños pequeños) sino que es fruto de la discriminación e inferioridad de condiciones en que se encuentra la mujer en el terreno laboral.

        Por esta razón sostenemos que en el fondo de todas y cada una de las posibles causas que hemos señalado como origen del fenómeno que hemos analizado, subyace como elemento determinante la división sexual del trabajo, que en la sociedad capitalista determina, según Celia Amorós (30) una clara distinción entre el ámbito de la producción (destinado a los hombres) y el de la reproducción (a las mujeres). De ahí que la incorporación de la mujer al mundo de la producción se haga precisamente en aquellos sectores que de algún modo impliquen una continuidad con el trabajo del hogar (tal como señalábamos en el apartado 2.1), fenómeno éste íntimamente relacionado con la división horizontal del trabajo.

        Otro aspecto a considerar en la división sexual del trabajo es que se sustenta en un sistema de prohibiciones (31) (véase apartado 2.2.). Siguiendo a Celia Amorós, observamos que la incorporación de la mujer al ámbito de la producción adquiere un carácter marginal, que se concreta en situaciones de sobreexplotación (véase apartado 2.3.) y de la suplencia e interinidad de los hombres (véase apartado 2.4.). En suma, la presencia masiva de mujeres en un determinado ámbito ocupacional viene determinado y, en cierto modo,  a su vez condiciona la escasa valoración social que presenta dicha actividad, y dentro de ésta, niveles concretos, como se refleja en el caso de preescolar.

(30)AMORÓS, C., 1979 p.p. 111-113.          

(31)Ibidem, pág. 94.

        No quisiéramos finalizar este análisis sobre el proceso de feminización en la enseñanza, con especial referencia a los niveles inferiores de la misma, y en concreto al preescolar,  sin mencionar, aunque sea brevemente, algunas consecuencias que se derivan del mismo. 

        En efecto, esta distinción de posiciones entre hombres y mujeres dentro del sistema educativo, además de lo que implica para las propias docentes (subordinación, etc.), en el caso de los alumnos también presenta repercusiones negativas, porque en cierto modo, mantiene la imagen tradicional de una forma de división sexual del trabajo en la que las mujeres se dedicarán en especial al cuidado de los más pequeños, como si se tratase de una prolongación de su papel de madres, mientras que a los hombres se les reservarían los alumnos de mayor edad ( mayor trascendencia académica) y a los puestos de especial relevancia.

        En tal sentido, convendría señalar, que en el caso de preescolar y E.G.B., la propia distribución por sexos y niveles entre el profesorado, además de otros factores (32) determina que sea mucho más fácil para los hombres que para las mujeres ocupar cargos directivos. Si se imparte clase en la Segunda Etapa (donde predominan los hombres), es mucho más fácil combinar horarios, y además los alumnos están acostumbrados a la tutela de diferentes profesores. Por el contrario, en los niveles más bajos de la E.G.B o en el preescolar, donde la tutoría juega un papel más importante, y donde se considera poco adecuado el cambio continuo de profesorado, existen mayores trabas para que el profesor (en este caso la profesora), al menos de cara al funcionamiento del centro, abandone su aula cierto número de horas (33).

        Por último, otro aspecto a considerar sobre las consecuencias que el proceso de feminización de la enseñanza determina, y en relación a lo expresado anteriormente, cabría señalar una conclusión a la que llegan M. Subirats y C. Brullet cuando sostienen que:

        “la feminización de la enseñanza no tiende a favorecer la igualdad entre los sexos, por lo menos en las condiciones actuales, en las que la devaluación social de las mujeres las conduce, a ellas mismas, a distanciarse de las niñas y a reproducir en su actuación profesional los valores y estereotipos masculinos, para no mostrarse distintas y vulnerables” (34).

 

 (32)BALL, S. J., 1989.

(33)Además existe una velada oposición a sustituir al profesor/a de preescolar por parte del resto de los compañeros, con excusas como la presunta “incompetencia” para tratar con niños tan pequeños.

(34)SUBIRATS, M. y BRULLET, C., 1988 pág. 116.

 

BIBLIOGRAFÍA.

AMORÓS, Cèlia. (1979): La ideología de la división sexual del trabajo. Teoría. Nº 2 (julio-septiembre) p.p. 93-114.

APPLE, M. W. (1989): Maestros y textos. Una economía política de las relaciones de clase y sexo en educación. Paidos/MEC. Barcelona.

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LURÇAT, Liliane (1977): El parvulario ¿una escuela diferente?

Editorial Avance. Barcelona.

MAHER, F.A. y RATHBORNE, Ch. H. (1989) La formación del profesorado y la teoría feminista. Algunas implicaciones prácticas. Revista de Educación. Nº 290. p.p. 93-113.

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SUBIRATS, M. y BRULLET, C. (1988): Rosa y Azul. La transmisión de los géneros en el sistema educativo. Instituto de la Mujer. Madrid.

 ©José Solórzano Sánchez.

 

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