Variaciones en la distribución altitudinal de la población en la vertiente meridional de Tenerife (1900-1981).
El
antecedente de este artículo fue un trabajo realizado en el último curso de
carrera, en la asignatura de Geografía de Canarias, donde en cierto modo traté
de abordar algunas de las hipótesis aquí
planteadas. El presente artículo fue publicado en 1987 en el nº 2 de la Revista
de Geografía Canaria de la Universidad de La Laguna.
RESUMEN.
Este
artículo pretende analizar los importantes cambios que han tenido lugar en un
espacio insular, la vertiente meridional de Tenerife, a lo largo del presente
siglo. La agricultura comercial y el turismo han propiciado una redistribución
de la población que tiende a concentrarse en la costa y sus proximidades.
Palabras clave: densidad,
despoblación, evolución demográfica, inmigración, turismo.
ABSTRACT.
This article attemps to analyze the important changes
which have taken place into an insular area, the southern side of Tenerife,
over the present century. Commercial agriculture and tourism have favoured a
new distribution in population which tends to concentrate near the coastline.
Key words: density, depopulation, demographic
evolution, inmigration, tourism.
INTRODUCCIÓN.
Ha
transcurrido una década desde que vio la luz un trabajo pionero en la
demografía canaria (1) con el que su
autor pretendía “abrir (…) unas hipótesis de trabajo que ‘deberían’ ser
confirmadas o modificadas por ulteriores investigaciones más detalladas (Burriel
de Orueta, 1976). Una de las tendencias que se apuntaban en el mismo, acerca de
la evolución demográfica reciente del Archipiélago, era la coexistencia en las
islas centrales de dos fenómenos simultáneos: de un lado, el crecimiento
acelerado de las fachadas meridionales, que tendía a reducir el peso
demográfico de las zonas de barlovento, más pobladas tradicionalmente, y de
otro, la concentración de la población en la franja costera, con el consecuente
abandono de las zonas altas e interiores. Es precisamente este último aspecto
el que ha despertado nuestro interés, por las dificultades que presenta su
estudio.
(1)
Con posterioridad han proliferado los trabajos de investigación demográfica que
abarcan tanto el ámbito regional como el comarcal o local.
Hay
que tener en cuenta que la mayor parte de los municipios de las islas
centrales, con relieves importantes, se extienden desde la cumbre a la costa (2),
por lo que para estudiar el descenso
del poblamiento se hace imprescindible un análisis minucioso, a una escala
menor que la municipal, tomando como base las entidades de población (3).
(2).En Tenerife sólo Vilaflor, El Tanque y
Tegueste carecen de litoral.
(3).La evolución demográfica a escala
municipal normalmente enmascara las tendencias contrapuestas que se producen en
su seno.
DELIMITACIÓN
DEL ÁREA DE ESTUDIO.
Hemos
circunscrito el marco de nuestro estudio a la vertiente meridional de Tenerife,
puesto que es en esta zona donde se aprecian con mayor claridad las dimensiones
del fenómeno que tratamos de analizar.
La
vertiente septentrional de la isla presenta una serie de características que
dificultan sensiblemente un estudio similar. Desde el punto de vista físico,
amplios sectores carecen casi por completo de zona baja (comarca de Acentejo),
con potentes acantilados de 200 o 300 metros de altura; o bien ésta es
excesivamente limitada (Garachico, San Juan de La Rambla, gran parte de Los
Realejos). Además, la existencia de elevadas densidades se traduce en la
proliferación de numerosas entidades que se yuxtaponen, y cuyos límites son en
muchos casos difíciles de determinar.
Otro
hecho que complica aún más el análisis del fenómeno en esta vertiente es la
elevada proporción de población diseminada registrada por algunos
nomenclátores, y que no está asignada a entidad alguna; en el correspondiente a
1900, alrededor del 20% de la población norteña se consignaba como
“diseminada”, mientras que para el Sur este porcentaje apenas alcanzaba el seis
por ciento. También hemos excluido los municipios que conforman el área
metropolitana de Santa Cruz, que por su enorme peso demográfico en el conjunto
insular distorsionaría cualquier índice.
Para
facilitar nuestra labor hemos agrupado los diferentes municipios en tres espacios
comarcales:
-El
Valle de Güímar. Abarca los términos de Arafo, Candelaria y
Güímar, donde la relativa proximidad al área capitalina determina ciertas
peculiaridades. El sector de Agache, perteneciente al municipio de Güímar, por
su evolución demográfica presenta mayores similitudes con Arico-Fasnia, pero no
lo hemos segregado para corroborar la existencia de fuertes contrastes a escala
municipal (Solórzano Sánchez, 1983).
-Arico-Fasnia. Ambos
se individualizan por constituir quizás el área más regresiva de Tenerife desde
el punto de vista demográfico.
-El
Sur-Suroeste (S-SW). El resto de la vertiente meridional se ha
agrupado atendiendo a factores demográficos o económicos, más que a los
puramente físicos. Como señala E. Burriel, denominamos “Sur-Suroeste” a
aquellos municipios “en que la costa ha conocido un desarrollo turístico
importante y las zonas medias y bajas una gran expansión de los cultivos
comerciales de regadío (Burriel de Orueta, 1976). Aunque Vilaflor no comparte
estas características, no hemos querido individualizarlo, porque físicamente
viene a ser una prolongación de la zona alta de Arona y San Miguel. Con todo,
su población es poco significativa, representando en 1981 el 2,7% del total
comarcal.
LAS
FUENTES.
Los
datos básicos nos los han proporcionado los nomenclátores correspondientes a
los años 1900, 1950 y 1981. La elección de 1900 como inicio de nuestro trabajo
es un tanto aleatoria, sin embargo, se trata de la fecha más tardía para la que
las fuentes utilizadas ofrecen mayor operatividad, mientras que el año censal
1981 nos presenta la información más reciente.
El
año 1950 es clave, por dos razones. De un lado, es el primero en el que el
nomenclátor ofrece la altitud media de las diferentes entidades y que las
define tal como las conocemos en la actualidad; de otro, porque a partir de
esta década, la evolución demográfica de los distintos espacios comarcales del
sur de Tenerife se diferencia claramente.
El
nomenclátor de 1900 es el que plantea mayores dificultades; por una parte
porque no indica la altitud media de las entidades, y por otra, porque su
número es muy superior al que aparece en fechas recientes. Para corregir estas
dificultades hemos utilizado el mapa topográfico de Tenerife a las escalas
1:25.000 y 1:50.000, localizando aquellas entidades (muchas de las cuales han
desaparecido por absorción) y asignándoles una altitud media atendiendo a las
isohipsas.
También
presenta este Nomenclátor un apartado por municipios relativo a la población de
grupos inferiores y diseminados, cuya distancia al mayor núcleo exceda o no de
500 metros. En el primer caso, las cifras de población se han repartido
proporcionalmente entre las distintas zonas del municipio, atendiendo al
porcentaje representado por cada una de ellas; en el segundo, se le ha asignado
la misma altitud media que el núcleo principal.
La
presencia del alisio determina en las islas con relieves importantes la
existencia de dos áreas claramente diferenciadas, barlovento y sotavento; por
ello, los límites de las zonas agroclimáticas altitudinales varían entre las
dos vertientes de una misma isla. En el presente estudio hemos establecido tres
zonas agrupando en ellas a las distintas entidades de población a escala
municipal y comarcal:
-La
zona baja, entre la costa y los 500 metros. Dentro de ella hemos
diferenciado dos sectores para poder apreciar mejor la atracción del litoral;
el costero, comprendido entre los 0 y
300 metros, y un segundo entre los 301 y los 500 metros. Este último podría
considerarse como un espacio de transición con la zona inmediatamente superior.
-Las
medianías, entre los 501 y los 750 metros de altitud.
-La
zona alta, por encima de los 750 metros.
Amplias
áreas de esta última podrían considerarse con más propiedad como “medianías
altas”, sin embargo, no nos parce correcto englobar dentro de una misma zona
entidades como Charco del Pino (640 m.) o Tamaimo (575 m.) con Vera de Erques (850
m.), Taucho (875 m.) o Tijoco de Arriba (940 m.). Con todo, como lo que
pretendemos es señalar tendencias generales en la evolución del poblamiento,
creemos que las zonas propuestas responden satisfactoriamente a este fin.
Por
último, conviene señalar que para Arona, Adeje y Santiago del Teide hemos
utilizado la población de derecho (1970 y 1981) y no la de hecho como en el
resto de los municipios. En 1981, la diferencia a favor de la población de
hecho en Adeje era del 43%, y del 23,6% y el 9,5% en Arona y Santiago del Teide,
respectivamente (4).
(4).La
diferencia entre ambas para el resto de los municipios de la vertiente
meridional es insignificante (1981) y en ningún caso supera el 3% a favor de
una u otra.
Esta
situación viene determinada por el carácter turístico de estos municipios, donde
los visitantes y trabajadores de la construcción y hostelería (residentes
temporales) abultan sensiblemente la población de hecho, distorsionando
sensiblemente cualquier índice que pretendamos obtener.
EL
SUR-SUROESTE.
Esta comarca, como el resto de la
fachada meridional, ha ocupado tradicionalmente un lugar marginal en el
contexto insular, tanto por la debilidad de su poblamiento como por la
pervivencia de estructuras agrarias estancadas hasta fechas relativamente
recientes (5).
(5).En
1900 el Sur reunía el 21,2% de la población en la mitad de la superficie
insular.
El
poblamiento se asentó en los sectores de medianías, donde la aridez era menor,
con lo que se facilitaba la actividad agrícola. También se tendió a un
alejamiento de la costa por temor a los ataques piráticos. La superficie
topográfica donde se asentó la mayoría de la población es sumamente irregular,
dispersándose ésta en pequeños caseríos poco compactos.
a)El
S-SW en 1900. A comienzos de siglo más de la mitad de los efectivos humanos
(53,7%) se apiñaba en la franja de medianías y casi una cuarta parte en la zona
alta. Todas las capitales municipales, salvo Adeje, y los núcleos más
importantes aparecen enclavados por encima de la isohipsa de 500 metros (mapa
nº 1).
La
zona inferior constituía un erial semidesértico dedicado primordialmente al
pastoreo, donde se intercalaban algunos islotes de cultivo. Destacaba
únicamente la villa de Adeje, con una agricultura de regadío, tradicionalmente
importante en el conjunto comarcal, gracias a los caudales que proporcionaba el
barranco del Infierno. Esta entidad agrupaba casi la mitad de los efectivos
humanos de la zona.
Factores
de diversa índole, entre los que destacaba la abrupta topografía de las
medianías, determinaron hasta bien entrado el siglo la inexistencia de una red
de transporte por carretera aceptable, no sólo con la capital y otras comarcas
, sino entre los distintos núcleos, favoreciendo su aislamiento. Todavía en
1900 no había llegado a la comarca la Carretera General del Sur (C-822), pese a
que su trazado fue aprobado a mediados del siglo XIX (Pulido Mañes, 1981).
Por
esta razón, los distintos espacios se vieron en la necesidad de establecer unos
enclaves costeros para el embarque de mercancías y viajeros. Es el caso de Alcalá
y Playa de san Juan en Guía, Los Cristianos en Arona y El Médano en Granadilla.
Estos núcleos y algunos otros habitados temporalmente (La Caleta de Adeje
o el Puerto de Santiago) a pesar de su
escaso volumen demográfico jugaron en esos momentos un papel clave en las
comunicaciones con el exterior.
b)El
S-SW en la primera mitad del siglo. La
evolución demográfica comarcal en el periodo 1901-1950 muestra un ritmo de
crecimiento inferior a la media insular y al de otras comarcas de la vertiente
meridional como el Valle de Güímar. Mientras que la isla incrementó sus
efectivos el 130%, el S-SW apenas alcanzó un 72%, lo que revela la existencia
de una apreciable corriente emigratoria hacia América y otros puntos de la isla
(Solórzano Sánchez, 1983).
En
líneas generales se observa como a mayor peso demográfico de las zonas de medianías y cumbres en un municipio,
menor es su ritmo de crecimiento. De ahí las diferencias extremas entre Adeje,
Arona o Granadilla, y el resto, con un crecimiento muy débil (6).
(6).En
Vilaflor, Guía de Isora, San Miguel y Santiago del Teide, que son los de menor
crecimiento, más del 90% de su población a comienzos de siglo y del 75% en
1950, se ubicaba por encima de la isohipsa de 500 metros.
La
franja costera triplica ampliamente los efectivos demográficos de comienzos de
siglo, a lo largo de su primera mitad, mientras que el resto de la zona baja
apenas crece un 61% en el mismo periodo. Las medianías se estancan (19.2%) a
diferencia de los núcleos enclavados a mayor altura que crecen a un ritmo
superior (61,25).
El
saldo vegetativo, aunque elevado, no pudo ser el causante único de la expansión
de las zonas bajas; en ésta jugó un papel esencial la inmigración,
especialmente de las áreas más elevadas de la comarca. Con anterior a los años
cuarenta o cincuenta no puede hablarse de una inmigración generalizada
procedente de otras comarcas o islas (Díaz Rodríguez, 1982).
Asistimos
a un auténtico desplazamiento desde las medianías (y también desde la zona
alta) hacia los sectores costeros, donde la ampliación de la superficie regada
(décadas de los treinta y cuarenta) y la incipiente actividad pesquera de
algunos núcleos ejercieron una cierta atracción (7).
(7).Sobre
la evolución del poblamiento en la comarca véase: DÍAZ RODRÍGUEZ, M.C. (1982)
“Un ejemplo de la evolución espacial de las formas de poblamiento en el Sur de
Tenerife: Granadilla de Abona” en Homenaje
a Alfonso Trujillo Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife. Págs. 485-495.
Como consecuencia de este
crecimiento diferenciado, a lo largo de
primera mitad del siglo la
distribución del poblamiento experimenta modificaciones sustanciales. En
1950 es ya la zona baja la más poblada
con el 42,9% de los habitantes de la comarca (el sector costero reúne nada
menos que el 30,6%) mientras que las medianías han perdido su papel polarizador
sobre el poblamiento (mapa nº 2).
Las
entidades más importantes son todavía las enclavadas en las medianías y cumbre,
pero las más dinámicas –con mucha diferencia- se encuentras en la zona baja. La
vitalidad de estos núcleos se haya ligada exclusivamente a la actividad
agrícola, pues el turismo no había iniciado aún su andadura en la comarca (8).
(8).Acerca
de la evolución de los cultivos de
exportación en el presente siglo véase: QUIRANTES, F. (1981): El regadío en Canarias. Editorial
Interinsular. Santa Cruz de Tenerife.
Las comunicaciones con el
exterior, sin llegar a ser suficientes, experimentan sensibles mejoras, con lo
que se va reduciendo paulatinamente el papel marginal de la comarca. La
Carretera General del Sur, con todos los inconvenientes que representaba su
trazado, enlazaba los distintos cascos municipales con Santa Cruz. Discurría
entre las isohipsas 400 y 700 metros, bastante alejada de los núcleos costeros.
A mediados de siglo llegaba hasta Arona, y todavía faltaba por ejecutar el
último tramo hasta Guía. Esta entidad se hallaba unida por el Norte con Icod
desde mediados de la década de los treinta, a través de la Carretera General
del Norte (C-820) (Pulido Mañes, 1981).
En
las zonas media y alta se evidencia el estancamiento de casi todas las
entidades, incluso en las capitales municipales. Sólo Granadilla y Vilaflor
difieren de esta tónica general. El crecimiento algo superior de las entidades
más elevadas puede estar relacionado con una agricultura de autoconsumo, un
poco al margen de los vaivenes que afectaron a la economía del Archipiélago en
este periodo. Dentro de la zona alta, son precisamente los caseríos más
elevados y aislados los que presentan los incrementos más elevados: El Frontón
de San Miguel; La Cruz de Tea y La Higuera en Granadilla; Escalona, Jama y Trevejos
en Vilaflor; Ifonche en Adeje; Las Fuentes, El Jaral y Vera de Erques en Guía.
Con
todo, en la década de los cuarenta empieza a entreverse un estancamiento en el
crecimiento sostenido de momentos anteriores. El censo de 1950 supone el techo
poblacional para la mayoría de las entidades de la zona alta; a partir de
entonces sufrirán un despoblamiento generalizado.
Los
Cristianos se consolida como uno de los principales núcleos comarcales
multiplicando por diez la población de principios de siglo. También otras
entidades del sector costero, poco significativas en momentos anteriores,
experimentan igualmente incrementos elevados en virtud de una cierta actividad
pesquera y/o el desarrollo del cultivo del tomate (década de los cuarenta);
Aldea Blanca, Playa de San Juan, El Médano, San Isidro, Buzanada, Puerto de
Santiago, etc.
c)El
S_SW entre 1950 y la actualidad. A partir de los años cincuenta se advierte
en la comarca una expansión demográfica sin precedentes que afecta a todos los
municipios, salvo a Vilaflor que se muestra regresivo, acorde con la tónica
general de la zona alta. Las tasas de crecimiento intercensal son superiores a
las de cualquier otro espacio insular, incluyendo al área capitalina. A escala
municipal se aprecia una reactivación espectacular en aquellos que presentaron
cierto estancamiento en las décadas precedentes: Guía de Isora y Santiago del
Teide cuadruplican el ritmo de crecimiento de la primera mitad del siglo.
Si
bien es cierto que con esta expansión no se ha logrado una neutralización del
tradicional peso demográfico de la fachada septentrional frente al vacío humano
de la zona sur, la importancia económica de la comarca es en la actualidad muy
superior a la que podría deducirse atendiendo únicamente a las cifras de
población, pues apenas reúne el 9,3% de los habitantes de la isla.
El
motor de todo este proceso presenta una doble vertiente: la actividad agraria y
el turismo. A la expansión de los cultivos comerciales de exportación (tomates,
plátanos, invernadero y en menor medida la patata, esta última con el sistema
de enarenado) favorecida por la extensión del regadío, se ha sumado el impacto
del turismo, que ha originado en la costa y sus proximidades el nacimiento de
urbanizaciones e instalaciones hoteleras, impulsando al mismo tiempo el
crecimiento de numerosas entidades donde
se asientan los trabajadores de la construcción y los servicios (9).
(9).Para
conocer el impacto del turismo en la demografía comarcal véase: MARTÍN RUIZ,
J.F. (1984): Desarrollo demográfico y crecimiento espacial de las áreas
turísticas de la isla de Tenerife en Anuario de Estudios Atlánticos nº 30. Madrid-Las
Palmas de Gran Canaria.
En las últimas décadas la comarca
ha superado su papel marginal en relación al resto de la isla; a ello ha
contribuido en gran medida la puesta en servicio de la autovía del Sur (TF-1),
a comienzos de los setenta entre Santa Cruz y Los Cristianos. A diferencia de
la Carretera General discurre muy próxima a la costa, por lo que ha sido la
zona baja la más beneficiada con su trazado. También se finalizó en la década
de los sesenta el último tramo de la Carretera General del Sur, de Adeje a Guía
de Isora.
Un
hecho de vital trascendencia para la isla y en especial para la actividad
turística comarcal fue la inauguración en 1978 del aeropuerto “Reina Sofía” en
el municipio de Granadilla. Tampoco puede olvidarse el establecimiento de la
línea Ferry-Gomera, a mediados de los setenta, entre Los Cristianos y San
Sebastián de La Gomera, con lo que ambos se han convertido en los de mayor
tráfico de pasajeros del Archipiélago, tras los de Santa Cruz y Las Palmas.
Como
en la etapa anterior, el ritmo de crecimiento a lo largo del periodo es
inversamente proporcional a la altitud de las distintas zonas, con la
peculiaridad de ser claramente negativo en la más elevada. Este hecho es válido
para todos y cada uno de los municipios.
La
zona baja crece el doble que la de medianías, mientras que por encima de los
750 metros los efectivos humanos disminuyen en una quinta parte (10). En la actualidad aparece
claramente consolidado el fenómeno que veníamos observando desde comienzos de
siglo, por el que la zona baja, y en especial la costera, incrementa sus
efectivos a mayor velocidad, traduciéndose en un aumento progresivo de su
participación en el conjunto comarcal. Y ello a pesar de que en los municipios
turísticos hemos operado con la población de derecho, si hubiésemos utilizado
la población de hecho, los resultados de nuestro análisis serían más
contundentes.
(1)0.El
sector costero creció un 208,6%, el resto de la zona baja 123%, las medianías un 89,5% y las cumbres -20,4%.
La
existencia de una nutrida corriente inmigratoria explicaría en gran medida el
extraordinario crecimiento de la zona costera. Esta procede no sólo de las
entidades situadas a mayor altitud (como en la etapa anterior) sino también de
áreas más lejanas. En 1981 más de un tercio de la población no había nacido en
la comarca, pero esta proporción varía en las distintas zonas, observándose una
relación estrecha entre intensidad de crecimiento y volumen de población
inmigrada; de ahí que sea la zona baja donde los nacidos fuera representen porcentajes más elevados. A
escala municipal y en este mismo año, en Adeje, Arona y Guía de Isora, casi la mitad de su población procedía de
otros municipios.
En
relación al intenso proceso inmigratorio que ha experimentado la comarca,
convendría señalar el papel de la inmigración reciente procedente de La Gomera,
que sin ser la más numerosa (26,2%) adquiere especial significación en algunos
municipios. Estuvo ligada en un principio al cultivo del tomate, en efecto, se
trasladaban temporalmente a la comarca durante la zafra, sin embargo, en gran
medida han terminado por asentarse definitivamente en la misma, accediendo a
otros sectores laborales como la construcción o la hostelería. En la
actualidad, los nacidos en La Gomera constituyen más de un tercio de la
población en entidades como Atogo, El Fraile o Guaza; más del veinticinco por
ciento en Fañabé, La Camella, Alcalá, Chío y Playa de San Juan; en San Isidro
representan el 18%; todas ellas se encuentran enclavadas por debajo de la
isohipsa de 300 metros (Solórzano Sánchez, 1984).
El
impacto dinamizador del turismo y de la agricultura comercial que se ha
producido en las zonas bajas, ha dejado sentir sus efectos en las medianías;
frente al estancamiento de la primera mitad del siglo, en la década de los
cincuenta se reactiva el crecimiento demográfico: el ritmo de incremento en las
tres últimas décadas es siete veces superior al registrado en la primera mitad
del siglo. Este hecho se debe en gran medida a la mejora de las comunicaciones
dentro de la comarca y con el exterior, y a la generalización del automóvil, de
manera que los movimientos por razones de trabajo no determinan necesariamente
un cambio de residencia, como en etapas anteriores, sino una mayor movilidad de
la población trabajadora.
La
zona alta, por el contrario, experimenta un agudo proceso de despoblación.
Frente a un crecimiento aceptable desde las primeras décadas de siglo, desde
1950 se observa una reducción de sus efectivos superior al veinte por ciento.
La crisis se acentúa en las entidades más pequeñas y peor comunicadas,
precisamente las más dinámicas en la década anterior (municipios de Adeje y
Guía).
En
1981 la distribución del poblamiento aparece sensiblemente modificada en
relación a 1950, y sobre todo si la comparamos con la existente a comienzos de
siglo (mapa nº 3). La zona baja acoge al 58% de la población (el 43,35 se ubica
por debajo de los 300 metros de altitud). Aquí se localizan los núcleos más
dinámicos, sobre todo en la costa y sus proximidades. Algunas han triplicado o
cuadruplicado su población durante este periodo: Los Cristianos, San Isidro,
Valle de San Lorenzo, Puerto de Santiago, Playa de San Juan, El Médano, etc. y
otros la han multiplicado por seis (Armeñime, Buzanada, Cabo Blanco) o siete
(Alcalá).
Paralelamente
han surgido de la nada una serie de urbanizaciones turísticas: Las Américas-San
Eugenio, Costa del Silencio, Acantilado de los Gigantes, etc. con una oferta
considerable de plazas hoteleras y
extrahoteleras, casi la mitad de las que existen actualmente en la isla, fruto
de la extraordinaria actividad constructiva de las últimas décadas. El conjunto
Las Américas-San Eugenio contaba en 1981 con una población de 661 habitantes
de derecho y 6.037 de hecho; en Costa
del Silencio eran 317 y 2.497, respectivamente.
Los
Cristianos se ha convertido en el núcleo más importante de la comarca. La
confluencia de una serie de factores le ha dotado de especial dinamismo; por su
posición costera cuenta con una importante actividad turística y comercial a la
que se une el hecho de hallarse prácticamente soldado con el principal centro
de vacaciones del sur, y a la vez, el más dinámico de la isla. Desde el punto
de vista de las comunicaciones ocupa un lugar privilegiado; aquí finaliza la
autovía del Sur (TF-1) y además cuenta con el segundo puerto en importancia de
Tenerife; por último baste señalar la relativa proximidad al aeropuerto
transoceánico (sobre todo si la comparamos con los principales núcleos de la
isla).
Las
medianías, como hemos señalado, han experimentado un crecimiento elevado en las
últimas décadas, pero no lo suficiente como para mantener su tradicional peso
demográfico en la comarca: en la actualidad reúnen un tercio de la población.
Casi todas las capitales municipales se ubican en esta zona y conservan, al
menos, sus funciones administrativas.
También
se ha producido en las áreas bajas de las medianías una revitalización de la
actividad agrícola, a la que hay que
añadir la posibilidad de acceder con relativa facilidad a la oferta de empleos
turísticos o en el subsector de la construcción que les proporcionan sus
respectivos barrios costeros. No es de extrañar, por tanto, que algunas
entidades se hayan beneficiado de esta situación incrementando sensiblemente
sus censos respectivos: Guía de Isora, Tamaimo y sobre todo, Granadilla de
Abona.
Con
respecto a esta última entidad, convendría señalar una anomalía que se observa
en el Nomenclátor de 1981 y es la diferencia tan exagerada entre los efectivos
de ambos sexos: 1.685 varones y 2.600 mujeres. Este hecho podría deberse a una
emigración masiva de varones –que no ha ocurrido recientemente- sobre todo si
tenemos en cuenta que en 1970 la
diferencia entre ambos sexos era del 2,8% a favor de las mujeres, frente al 35%
en la actualidad. La única explicación que podemos aportar sería la inclusión
en el censo de las trabajadoras de los empaquetados, que proceden de otros
municipios. De ser cierto, este hecho explicaría el elevado crecimiento de
Granadilla en el último periodo intercensal, a todas luces insólito en una
entidad de medianías.
En
la zona alta rara es la entidad que no ha visto descender su población en
cifras absolutas. Los cascos municipales (Vilaflor y Santiago del Teide) son
las menos afectadas, mientras que en los caseríos de Guía de Isora o Adeje se
está produciendo un abandono masivo de sus pobladores, con descensos que
oscilan entre el cincuenta y el ochenta por cien con respecto a 1950: Taucho,
Ifonche, Vera de Erques, etc. El caserío de Las Fuentes en Guía, contaba con
103 habitantes en 1950, aparece totalmente deshabitado en el Nomenclátor de
1981.
EL
VALLE DE GÜÍMAR.
Esta comarca ha sido
tradicionalmente la más rica desde el punto de vista agrícola, y la más
densamente poblada de toda la vertiente meridional de la isla. La existencia de
manantiales naturales impulsó la actividad agrícola, especialmente en Güímar,
donde ya desde mediados del siglo XVI existía un ingenio azucarero.
a)El
Valle de Güímar en 1900. La comarca presentaba a comienzos de siglo una
densidad que duplicaba a las del resto de las comarcas del sur. Casi todos sus
efectivos humanos (93,15) se asentaban en la zona baja, y de ellos más de la
mitad por debajo de la isohipsa de 300 metros. Las únicas entidades de medianías
se encontraban en Agache (mapa nº4).
Con
esta distribución del poblamiento, el Valle se diferenciaba claramente en el
conjunto de la vertiente meridional, observándose al mismo tiempo cierto grado
de concentración en un grado reducido de entidades. Destaca la villa de Güímar,
rodeadad por usa serie de arrabales (Guaza, La Hoya, Güímar de Arriba) que
progresivamente irán siendo anexionados. Le seguían en importancia Arafo y El
Escobonal; como núcleo costero sólo aparecía Candelaria.
Las
comunicaciones con la capital insular eran aceptables, sobre todo en
comparación con otras comarcas sureñas; la Carretera General del Sur, iniciada
en 1873, había llegado a Güímar tres años más tarde (Pulido Mañes, 1979)
atravesando toda la comarca. Como en el resto de la isla existían pequeños
embarcaderos para el transporte de viajeros y mercancías: Candelaria, El
Tablado (que servía al sector de Agache) y el Puertito de Güímar; esta entidad
aparece en el Nomenclátor de 1900 como grupo de viviendas deshabitadas.
b)El
Valle de Güímar en la primera mitad de siglo. Frente al estancamiento
relativo de la zona sur, en este periodo la comarca experimenta un notable
crecimiento demográfico, próximo a la media provincial, revistiendo especial
intensidad en Güímar.
La
roturación y puesta en cultivo de amplios sectores de la zona baja (décadas de
los veinte y treinta) atrajo un nutrido contingente inmigratorio, especialmente
de los restantes municipios del sur de la isla, pero también de espacios más
lejanos como Lanzarote y Fuerteventura (Solórzano Sánchez, 1981). El aumento
poblacional, como en el S-SW es inversamente proporcional a la altitud, pero
bastante generalizado, produciéndose únicamente
un ligero incremento del sector costero frente a los restantes, que ahora acoge
al 55,8% de los pobladores (mapa nº 5).
La
villa de Güímar, con más de siete mil habitantes, se afirma como el núcleo más
populoso del sur, con bastante
diferencia delos restantes (11). Le
seguían en importancia, como a comienzos de siglo, Arafo y El Escobonal,
mientras que Candelaria aparece como la menos dinámica de las principales
entidades comarcales, a pesar de su localización costera. Comportamiento
diferente muestra el caserío de El Puertito, a escasa distancia de Güímar, que
de un pequeño embarcadero habitado temporalmente pasa a reunir cerca de 300
habitantes.
(11).Granadilla
de Abona, Adeje o Guía de Isora, las más importantes del S-SW no sobrepasaban
los 1.500 habitantes. Fasnia tenía algo más de 1.600.
c)El
Valle de Güímar entre 1950 y la actualidad. Las décadas de los
cuarenta y los cincuenta muestran un estancamiento agrícola y demográfico en la comarca, conociendo ésta
un activo proceso emigratorio. A partir de los años sesenta una serie de hechos
modifican esta tendencia, presentándose evidentes signos de recuperación: el
trazado de la autovía del sur permite que se intensifiquen las relaciones con la capital y otros puntos de la isla,
generalizándose los desplazamientos laborales fuera de la comarca.
En este
último periodo el Valle ha perdido gran parte de su dinamismo, no obstante,
continúa siendo la más densamente poblada de las comarcas del sur, y algunos
núcleos muestran una extraordinaria vitalidad. A diferencia de la etapa
anterior, el crecimiento ha sido más reducido, pero sobre todo, claramente
diferenciado: las entidades situadas por debajo de los trescientos metros absorben el 98% del incremento demográfico,
el resto de la zona baja apenas crece un 2%. Las medianías ven decrecer su
población absoluta de manera acentuada: un 24,1 por ciento.
Estos
datos generales precisan ser matizados; así, en Candelaria, los caseríos
situados entre las isohipsas 301 y 500 metros incrementan su población un 48,2%; en Arafo, el casco municipal apenas
crece algo más del diez por cien; pero en Güímar, los caseríos de Agache
experimentan un descenso de sus efectivos próximo al 40 por cien.
Como
consecuencia de todo ello, la distribución del poblamiento conoce
modificaciones más intensas que en la primera mitad del siglo. La franja
costera acoge en la actualidad a los dos tercios de la población y el resto de
la zona baja alrededor del 30%; las medianías apenas representan el 2,8 por
cien.
Por
primera vez son las entidades propiamente costeras las que registran los
mayores incrementos demográficos: la villa de Candelaria y el Puertito de
Güímar duplican sus censos respectivos. Sin embargo, el caso más espectacular
es el de Las Caletillas, que apenas reunía algunas familias de pescadores en
1960, mientras que en la actualidad su población supera ampliamente el medio
millar. El conjunto Candelaria-Caletillas, por su proximidad, se ha convertido
en un área de segunda residencia para los habitantes de la capital, acogiendo
en época de vacaciones a varios millares de residentes. El Puertito comparte el
mismo fenómeno aunque con menor intensidad.
La ciudad
de Güímar, por su población (10.500 habitantes) continúa siendo el núcleo más
importante del sur y uno de los mayores de la isla. La cercanía de Santa Cruz,
no obstante, le ha restado funcionalidad, por lo que su ritmo de crecimiento no
es acorde con su peso demográfico.
El casco
municipal de Arafo evidencia un estancamiento apenas modificado por la
instalación de un polígono industrial en su zona baja. Quienes sí muestran
claros signos de revitalización son los barrios más elevados del municipio de
Candelaria, debido a la influencia que sobre ellos ejerce el desarrollo
reciente del litoral.
En Güímar,
las entidades situadas por encima de los 300 metros, pertenecientes todas ellas
al sector de Agache, se individualizan en el conjunto comarcal por su evolución
regresiva. El caserío de El Escobonal es el más afectado al reducirse su
población en el último periodo un 38,6%, en contraste con el franco crecimiento
de las primeras décadas del siglo.
El sector
litoral de Agache registra últimamente un fenómeno muy peculiar, consistente en
la aparición y desarrollo de varios caseríos costeros donde predomina la
segunda residencia de tipo modesto. En el Nomenclátor de 1970 sólo aparecía El
Tablado, constituido por unas setenta viviendas; diez años más tarde se
contabilizan seis entidades de este tipo, formadas por unas cuatrocientas
viviendas. Se trata de un auténtico rosario de pequeños núcleos, integrados por
viviendas clandestinas, en muchos casos de pésima calidad. Por sus
características y su proximidad a una vía de intenso tráfico, originan un
auténtico deterioro paisajístico del litoral, al que se añade la privatización
del espacio público costero.
ARICO-FASNIA.
Ambos municipios ocupan
aproximadamente una cuarta parte de la superficie de la vertiente meridional;
por el contrario, su peso demográfico es poco significativo: 18,8% en 1900 y
sólo 7,7% en 1981.
La
comarca apenas ha superado el carácter marginal que presentaba la zona sur en
fechas relativamente recientes; además, a partir de la década de los cincuenta
-en contraste contraposición al S-SW- entra en una fase de despoblación,
consecuencia de la denominada “crisis de las medianías”, que hace de ella una
de las comarcas más regresivas del conjunto insular, y sobre todo, la de menor
población absoluta y relativa.
Factores
de diversa índole, entre los que destaca un medio físico poco propicio para el
desarrollo de la agricultura, por su abarrancamiento, y la pobreza, cuando no
ausencia de los suelos, han determinado la concentración de la población y de
las actividades en las medianías, zona que reunía las mejores condiciones. A
pesar de ser uno de los sectores más ricos de la isla en aguas subterráneas, la
comarca se ha visto marginada de la gran expansión de los cultivos comerciales
que ha registrado en las últimas décadas el S-SW. Paralelamente, la actividad
turística tampoco ha gozado de mejor fortuna, proliferando, por el contrario,
especialmente en el litoral de Arico, los núcleos de segunda residencia de tipo
modesto.
a)En
1900, podemos hablar de un auténtico poblamiento de medianías en la
comarca. Si atendemos a la distribución por zonas que hemos propuesto, la
población se repartía en proporción similar entre las zonas media y baja, pero
una observación más precisa nos muestra como en realidad, más del ochenta por
cien de la misma se concentraba entre los 400 y los 600 metros de altitud. La zona
alta y el sector costero en ningún caso acogían a un volumen de población
superior al 5%.
Los
núcleos más importantes se localizaban en las proximidades de la isohipsa de
500 metros: Fasnia, Arico, La Zarza, El Río, etc. La zona próxima a la costa
constituía, como en el S-SW, un erial semidesértico, destacando únicamente el
caserío del Porís de Abona que actuaba como embarcadero para la comarca; en
Fasnia aparecía el pequeño enclave de Los Roques, con sólo 9 habitantes. La
importancia de los mismos, como en otras zonas, era notable, sobre todo si
tenemos en cuenta que la
Carretera General del Sur no
llegó a Fasnia hasta 1907 y veinte años más tarde a Arico (Pulido Mañes, 1979)
(mapa nº4).
b)Arico-Fasnia
en la primera mitad del siglo. En este periodo la población comarcal
aumentó aproximadamente un 60%, algo menos que el S-SW y casi la mitad de la
media insular. El ritmo de crecimiento en las distintas zonas se reduce
conforme ascendemos en altura y únicamente el sector costero de Arico y la zona
baja de Fasnia registran incrementos elevados.
En
líneas generales la participación de las distintas zonas permanece
prácticamente estabilizada durante el periodo, compensando el levísimo
incremento de la zona baja, y en especial del sector costero, el descenso
reducido en medianías y cumbres. Todavía en 1950 alrededor del ochenta por cien
de la población se ubicaba entre las isohipsas de 400 y 600 metros, que era
precisamente el espacio más propicio para la agricultura que se practicaba en
la comarca (mapa nº 5).
c)Arico-Fasnia
en las últimas décadas. Hasta mediados del siglo actual, apenas existían
diferencias con el resto de la zona sur, atendiendo a la evolución demográfica,
a no ser por un menor dinamismo y la escasa importancia de las entidades
costeras, manteniendo una densidad de población similar a la del S-SW. El censo
de 1950 supuso, no obstante, el techo demográfico para la comarca; a partir de
este momento conocerá una emigración generalizada que reducirá aceleradamente
sus efectivos humanos y desencadenará un agudo envejecimiento de los mismos.
Agache, como hemos visto, participa también de este fenómeno, incluso de un
modo más acusado.
En
las tres últimas décadas la comarca ha visto reducidos sus efectivos en un acuarta parte (26,6%) con lo que se
coloca en el último lugar entre las de la isla por su densidad de población -26,8
habitantes por km2- similar a la de 1920. Ambos municipios compartían con
Vilaflor el hecho de ser en 1981 los que
registraban las densidades más bajas de la isla y al mismo tiempo los índices de crecimiento más débiles a lo largo
del presente siglo.
La
evolución demográfica ha sido menos homogénea que en la primera mitad del
siglo; el despoblamiento es generalizado en todas las zonas -salvo en el sector
costero- pero se acentúa con la altitud. Contrasta el leve descenso de la zona
baja (6,4%) con el de las medianías (43%) y cumbres (85,8%). En el conjunto
comarcal, las entidades propiamente
litorales son las únicas que registran un crecimiento positivo (22%).
La
comarca mantiene después de ochenta años el peso abrumador de las medianías
–todavía se asientan por encima de los 400 metros alrededor de las 4/5 partes
de la población- con un sector costero de escasa significación, pero que acoge
a las únicas entidades progresivas. La participación de la zona baja ha
aumentado en relación a la de medianías: 60,4% y 39,2% respectivamente, pero
sólo porque su descenso en cifras absolutas ha sido menos acentuado (mapa nº6).
El
Porís de Abona, tras la construcción de la autovía del Sur, ha sido la única
entidad afectada por el fenómeno turístico, aunque no con la suficiente
intensidad como para frenar la crisis comarcal. También ha experimentado cierta
revitalización el caserío de San Miguel de
Tajao, junto a la costa.
CONCLUSIONES.
Para el periodo 190-1981 y
extensivas a la vertiente meridional de Tenerife, podemos señalar algunas
conclusiones:
1.Dada la
disposición de los términos municipales -a manera de rampa, desde la costa
hasta la cumbre- y la distribución del poblamiento en cierto número de
entidades, la evolución general de las cifras de población oculta las
tendencias internas, claramente contrapuestas, que introduce el factor altura.
2.A lo
largo del periodo en estudio, a escala comarcal y también en todos y cada uno de los municipios
(excepto Vilaflor, que carece de litoral) la zona baja, y dentro de ella el
sector costero ( 0 a 300 m.) son las que han presentado un crecimiento más
elevado, siempre por encima de la media municipal. Ello se traduce en un
aumento paulatino de la proporción de habitantes que se asientan en estas
zonas, y por el contrario una reducción del peso tradicional de las medianías y
cumbres.
3.De modo
general puede afirmarse que el ritmo de crecimiento de las distintas zonas es
inversamente proporcional a la altitud media de las diferentes entidades,
apreciándose una reducción progresiva del mismo conforme aumenta ésta.
4.El
desplazamiento de la población a las áreas costeras no es un fenómeno reciente
-de algunas décadas a la actualidad- como suele afirmarse, sino que se remonta
a comienzos de siglo y probablemente, bastante más atrás. Además, en las
últimas décadas es menos perceptible, porque con la mejora de la red de
carreteras, los desplazamientos de carácter laboral no implican cambio de
domicilio, tal como ocurría en la primera mitad del siglo.
5.A mayor
peso de las zonas medias y altas en un municipio, menor es su crecimiento. A lo
largo del periodo en estudio, en los municipios que presentan un índice de
crecimiento menor –que son a su vez los más regresivos de la isla- la totalidad
de la población (Vilaflor) o más de sus 4/5 partes (Arico, Fasnia) todavía se
asienta por encima de los 400 metros de altitud.
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SOLÓRZANO SÁNCHEZ, J.
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©
José Solórzano Sánchez