Este trabajo fue realizado en
1981, para la asignatura de Historia de España (3º curso de Magisterio), es
decir, han transcurrido ya 35 años, y 85 del suceso al que se refiere el mismo.
No puedo dejar de comentar el hecho, anecdótico o no, que sucedió la primera
tarde que acudí a la biblioteca de la Universidad para analizar algunos
ejemplares de periódicos. Me encontraba junto a la mesa de una de las
encargadas de la sala, mientras ella discretamente escuchaba lo que retransmitía un transistor. Pasado
un tiempo, la noté muy excitada, abandonando su mesa y mientras levantaba la
voz se dirigía a sus compañeros. Ante las muestras de desasosiego que percibí
en ella, afiné el oído y al fin pude oír lo que decía:
“
¡Los militares han tomado el Congreso! ”
Era la
tarde del 23 de febrero de 1981.
Introducción.
El objetivo del presente estudio
es muy concreto, se centra
fundamentalmente en un análisis, lo más exhaustivo posible, de la
situación en Canarias y en Santa Cruz de Tenerife, en particular, en el momento
en que se produce el advenimiento de la Segunda República.
El
ámbito de estudio, desde el punto de vita espacial, se sitúa en la isla de
Tenerife, y más precisamente en su capital, que es precisamente donde se editan
los periódicos que hemos consultado. No obstante, las referencias al resto de
las islas y a la Península serán frecuentes.
Desde el
punto de vista temporal, estudiaremos el periodo comprendido entre el 9 y el 16
de abril de 1931; sin embargo, dado que todo acontecimiento histórico no puede
tratarse de una manera aséptica, sino que es fruto de un proceso gestado con
anterioridad, las referencias a sucesos acaecidos en fechas anteriores serán
constantes, ya que nos servirán para comprender determinadas situaciones.
Las
fuentes utilizadas podría dividirse en dos grupos: bibliográficas y prensa.
Como fuente directa hemos utilizado la prensa diaria de Santa Cruz de Tenerife,
correspondiente a los días que van del 9 al 16 de abril de 1931. Hay que
señalar, no obstante, que no disponemos de series completas, de manera que no
hemos podido consultar todos los números, puesto que algunos han desaparecido.
Igualmente, para confrontar las actitudes de la prensa hemos utilizado diarios
de tendencias políticas opuestas.
Por lo
que se refiere a las fuentes bibliográficas, habría que reseñar la ausencia de
una bibliografía específica para el ámbito insular. Monografías existen muchas,
pero para el conjunto del país y en su mayor parte no hacen referencia expresa
a Canarias. Completamos el conjunto de fuentes bibliográficas utilizadas con
una serie de artículos, informes y monografías, publicados en la revista
Historia 16, que nos han permitido desentrañar multitud de aspectos que no
aparecen muy claros en las obras de carácter general.
Entre los
problemas metodológicos a los que nos hemos enfrentado, además de la ya citada
inexistencia de una bibliografía específica para las Islas, habría que señalar
la ausencia de algunos números de los periódicos consultados, que han hecho
algo incompleta nuestra labor. Por último, lo reducido del periodo de estudio,
que ha restado posibilidades a un análisis más completo del suceso.
Para
finalizar, en lo que respecta a la estructura del trabajo, esta se organiza en
dos capítulos. En el primero, abordaremos la evolución demográfica y
socioeconómica del Archipiélago y su evolución en los primeros decenios del
siglo XX. Esto nos permitirá un conocimiento más preciso de la coyuntura por la
que pasaban las islas hacia 1931. En el segundo, analizaremos día a día, a
través de los diarios locales, los acontecimientos que provocaron la caída de
la Monarquía y el advenimiento de la Segunda República.
1.Evolución
de la población y dinámica social en Canarias (1900-1930).
“En
el núcleo mismo de todo proceso histórico se sitúa el hombre, y de él es
preciso partir al adentrarse en cualquier estudio histórico” (1)
Dada la
interrelación existente entre economía, sociedad y política (entendiendo ésta
en su sentido más amplio) con la demografía, cualquier trabajo de tipo
histórico debería tener en cuenta como punto de partida la situación
demográfica en el marco geográfico y época que se estudia. Es por tanto
imprescindible examinar el potencial demográfico, su evolución y causas que la
determinan, así como el análisis de la realidad social en que se estructura esa
población.
No
se trata de un estudio en profundidad, sino simplemente trazar el telón de
fondo que nos explique el escenario sobre el que se mueve la clase política del
momento, y la población en general.
(1)
1972, pág.43
1.1.La
población de Canarias.
Canarias
experimenta un fuerte crecimiento demográfico desde 1860, muy superior a la
media nacional. Este incremento se acelera en el último tercio del siglo XIX y
continúa a un ritmo creciente en los primeros años del siglo XX.
Sin
embargo, el crecimiento demográfico y el económico no van paralelos. El
incremento demográfico se debe en gran
parte a factores ajenos al puramente económico: el mantenimiento de una elevada
natalidad, propia de un régimen demográfico antiguo, y el descenso progresivo
de la de mortalidad (avances médicos,
mejora de la higiene, etc.). Esta disimetría entre el crecimiento demográfico y
el económico se traduce en un intenso proceso emigratorio. Canarias será una de
las regiones que “expulse” un mayor contingente de población desde las últimas
décadas del ochocientos (2).
Este
notable incremento demográfico entre 1860 y 1930 no es homogéneo en el tiempo,
sino que se alternan periodos de crisis, que llevan aparejada una fuerte
emigración, y otros de elevado crecimiento, al que contribuye en gran medida el
retorno de emigrantes (3).
(1)
1972, pág.43
(2)La
emigración canaria LACOMBE, J. A. , no es un fenómeno específico de este
momento histórico, sino que es un elemento estructural prácticamente desde los
primeros años que siguieron a la conquista.
(3)BURRIEL
DE ORUETA, E. , 1976.
Las etapas de crisis más intensa
fueron los periodos intercensales 1878-1887 y 1911-1920. El primero, ligado a la caída del precio de la
cochinilla. Las crónicas locales hablan de miles de emigrantes que se
dirigieron fundamentalmente a la isla de Cuba. El segundo, originado por el
impacto que produjo en las islas la Primera Guerra Mundial, reanudando
nuevamente el proceso emigratorio a gran escala.
Por
el contrario, las etapas de mayor desarrollo demográfico son los periodos
intercensales 1888-1910 y 1921-1930. En el primer caso se trata de la combinación de un nuevo ciclo económico
basado en la expansión de cultivos comerciales de regadío (plátano, tomate y
patata temprana) con el desarrollo de las dos grandes capitales ligado al
incremento de tráfico marítimo internacional. La década de los veinte también
fue una etapa de intenso crecimiento
demográfico, por los mismos motivos que el anterior, después del paréntesis
provocado por la Primera Guerra Mundial.
Evolución
de la población de España y Canarias (1860-1930).
CENSO
|
España.
Población.
|
Crecim.
%
|
Canarias.
Población.
|
Crecim.
%
|
1860
|
15.658.586
|
237.036
|
||
1900
|
18.607.674
|
18,83
|
358.564
|
51,27
|
1910
|
19.927.150
|
7,00
|
444.016
|
23,86
|
1920
|
21.303.162
|
6,90
|
457.663
|
3,00
|
1930
|
23.563.867
|
10,60
|
555.128
|
21,29
|
Censos
de población. Elaboración propia.
De igual
modo, este intenso crecimiento demográfico, en relación a la media del país no
es homogéneo en el Archipiélago, sino que se concentra especialmente en las
islas centrales (Tenerife y Gran Canaria) y dentro de estas en sus capitales.
Tenerife
casi duplica su población entre 1900 y 1930, pasando de 138.000 habitantes a
casi 220.000. La capital, en el mismo periodo pasa de 38.419 a 62.087 habitantes.
1.2.Crecimiento
urbano y migraciones.
El cambio de coyuntura económica
tras la crisis de la cochinilla provocará, en las últimas décadas del siglo XIX
y primeras del XX, un rápido crecimiento urbano en los dos núcleos capitalinos
de la región. Santa Cruz de Tenerife ostentaba la capitalidad de la provincia
de Canarias desde mediados del siglo XIX.
Evolución
de la población de Santa Cruz de Tenerife (1887-1930).
Años
|
Habitantes.
|
1887
|
19.722
|
1897
|
33.421
|
1900
|
38.419
|
1910
|
63.004
|
1920
|
52.432
|
1930
|
62.087
|
Censos de población de los años respectivos.
Si
observamos el descenso de la cifra de habitantes que se produce en la década de los
años diez habría que decir que como consecuencia de las luchas derivadas
de la pugna por la capitalidad entre Santa Cruz y Las Palmas, se hinchó
artificialmente el censo correspondiente a la capital tinerfeña en 1910. Para
el llevado a cabo diez años más tarde, en 1920, la Dirección General del
Instituto Geográfico y Estadístico realizaría una corrección sobre el terreno
en la entonces capital de Canarias, para que
las cifras se ajustasen a la realidad.
Este incremento poblacional se debe
primordialmente a las migraciones que se dirigen a la capital desde los
municipios del interior de la isla, preferentemente de la zona sur, así como de
las islas de La Palma y el Hierro, y en menor medida, de la Gomera. Todo ello
provoca el desarrollo del núcleo original de Santa Cruz que supera el barranco
de Santos, límite natural hasta principios del siglo XX. Entre 1900 y 1920 se
crean nuevos barrios populares como el Toscal, Duggi, Obrero, Cabo, Llanos,
etc.
La evolución de su población activa va
caracterizando las transformaciones sociales y urbanas que se operan en su
ámbito. Las variaciones en la estructura socio-profesional entre 1900 y 1930
serán las siguientes:
a)En
1900,
la población activa ocupada en el sector primario será un 40,8%; en la
construcción, actividades fabriles y artesanas un 22,4%.El terciario ocupa un
36,8% del total (transportes 10,8%, comercio y otros servicios 26%).
b)En
1930,
la población activa del sector primario
solo supone el 22%, reduciendo su participación casi a la mitad. El
sector de la construcción, actividades fabriles y artesanales alcanza ya el
38,3%, mientras que el sector terciario apenas registra un ligero aumento hasta
el 39,6%.
El incremento más destacado será el
experimentado por el sector secundario que nos indica la existencia de un
proletariado urbano incipiente y el desarrollo de una mayor actividad fabril y
artesanal. Puede considerarse en estos momentos a Santa Cruz como una ciudad con marcado predominio de la
pequeña y mediana burguesía, y al no existir una concentración de absentistas
tan elevada como en el caso de Las Palmas, posibilitará el auge de
planteamientos políticos más avanzados. Estos chocarán frontalmente con el
exhaustivo control que sobre el interior rural ejercían los núcleos de la
oligarquía agraria tradicional, centrados preferentemente en La Laguna y La
Orotava.
1.3.La
estructura social (1900-1930).
La estructura social de las islas
Canarias en las primeras décadas del siglo XX se caracteriza por sus
diferenciación en dos grupos: uno mayoritario, el de las clases
trabajadoras, y otro, muy minoritario,
formado por una élite de base agraria.
El
comportamiento económico de esta élite será claramente precapitalista y serán
los grandes beneficiados por la expansión de los cultivos comerciales. Como
señala Roselló:
“Las islas han vivido y viven parcialmente en
régimen colonial, coexistiendo un grupo humano en sistema cerrado, con una
auténtica agricultura comercial con destino a la exportación y un comercio
internacional activo cuyos beneficios no siempre repercuten sobre la mano de
obra”
Sin embargo, los beneficios derivados
de la agricultura no se utilizaron para financiar una actividad industrial,
sino para adquirir nuevas propiedades, acondicionamiento de las antiguas y
obtener la propiedad del agua.
La burguesía detenta el poder
económico, político y ocupa el primer puesto en la escala social. Las clases medias constituyen un grupo social
minoritario. Se caracterizan por su heterogeneidad, débil consistencia
económica, falta de conciencia de clase y mimetismo hacia la clase alta, para
diferenciarse de los grupos inferiores. Ambos grupos forman la clase política
de Canarias en el periodo que abarca nuestro estudio y son los que dominan los
resortes del poder.
Las clases trabajadoras constituyen el
grupo mayoritario de la población; podemos distinguir tres niveles:
a)Los jornaleros agrícolas, con un
elevadísimo índice de analfabetismo; en sus relaciones con los propietarios
rurales lindan el servilismo.
b)Los
jornaleros de las zonas urbanas. Comparten las características de los
anteriores, aunque en el sector portuario se inicia el embrión de un
proletariado urbano con conciencia de la situación. Desde la segunda década del
siglo XX comienzan a jugar un papel activo en la política local, primero de la
mano de los republicanos federales y luego integrados en sus organizaciones de
clase.
c)El
artesanado, y en general el proletariado de oficios urbanos, viejo residuo
de la tradición gremial, es numeroso en las dos capitales insulares, pero
carece de conciencia de clase; tiene un nivel de vida que cubre sus necesidades
vitales.
Para concluir el presente capítulo habría
que hacer referencia a un grupo social incipiente en este periodo, el obrero
urbano. El desarrollo de un proletariado urbano constituirá en los dos
principales centros urbanos del Archipiélago un proceso lento; no podría ser de
otro modo, con una base eminentemente artesanal y una función comercial y
exportadora centrada en la especulación con ciertos cultivos.
La raquítica y fraccionada base artesanal
y un peso aplastante del analfabetismo cuyos índices suponen cifras oficiales
en 1900 para el total canario de un 75,22% de la población, junto al nivel de
escolarización más bajo del país, son antecedentes poco alentadores.
En 1916 la prensa se hacía eco de que
hacían falta en canarias 337 escuelas, frente a las 288 existentes. Se hace
referencia continua a la importancia del caciquismo y su dominio sobre las
clases trabajadoras.
El desarrollo urbano de las Palmas y
Santa Cruz de Tenerife, ligado a la exportación frutera y a la actividad
portuaria, no conducirá a un rápido incremento de la clase obrera, ante la
ausencia de inversión en establecimientos fabriles, ni siquiera orientados al
mercado local. No obstante, a comienzos de siglo, la actividad pequeño fabril
tiene mayor desarrollo en Santa Cruz de Tenerife que en Las Palmas, debido a un
mayor peso del capital y grupos ingleses. Para el conjunto del Archipiélago se
va produciendo una lenta consolidación del proletariado urbano en torno a los
trabajos portuarios que concentrarán una importante mano de obra en carga y
descarga, carboneo, etc.
Con
respecto a la distribución por sectores, además de los obreros portuarios, que
constituyen el grupo más numeroso, se observa un claro predominio de una
industria que a partir de 1920 se constituirá en una de las más importantes en
las Islas: la tabaquera. Por otro lado, la actividad exportadora potenciará el
desarrollo de un elevado número de trabajadores orientados al transporte de
mercancías.
©José Solórzano Sánchez.
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