martes, 18 de octubre de 2016

Las elecciones de abril de 1931 y la proclamación de la Segunda República en Canarias. (I).


Este trabajo fue realizado en 1981, para la asignatura de Historia de España (3º curso de Magisterio), es decir, han transcurrido ya 35 años, y 85 del suceso al que se refiere el mismo. No puedo dejar de comentar el hecho, anecdótico o no, que sucedió la primera tarde que acudí a la biblioteca de la Universidad para analizar algunos ejemplares de periódicos. Me encontraba junto a la mesa de una de las encargadas de la sala, mientras ella discretamente  escuchaba lo que retransmitía un transistor. Pasado un tiempo, la noté muy excitada, abandonando su mesa y mientras levantaba la voz se dirigía a sus compañeros. Ante las muestras de desasosiego que percibí en ella, afiné el oído y al fin pude oír lo que decía:

“ ¡Los militares han tomado el Congreso! ”

Era la tarde del 23 de febrero de 1981.                  

 

Introducción.

     

      El objetivo del presente estudio es muy concreto, se centra  fundamentalmente en un análisis, lo más exhaustivo posible, de la situación en Canarias y en Santa Cruz de Tenerife, en particular, en el momento en que se produce el advenimiento de la Segunda República.

        El ámbito de estudio, desde el punto de vita espacial, se sitúa en la isla de Tenerife, y más precisamente en su capital, que es precisamente donde se editan los periódicos que hemos consultado. No obstante, las referencias al resto de las islas y a la Península serán frecuentes.

Desde el punto de vista temporal, estudiaremos el periodo comprendido entre el 9 y el 16 de abril de 1931; sin embargo, dado que todo acontecimiento histórico no puede tratarse de una manera aséptica, sino que es fruto de un proceso gestado con anterioridad, las referencias a sucesos acaecidos en fechas anteriores serán constantes, ya que nos servirán para comprender determinadas situaciones.

Las fuentes utilizadas podría dividirse en dos grupos: bibliográficas y prensa. Como fuente directa hemos utilizado la prensa diaria de Santa Cruz de Tenerife, correspondiente a los días que van del 9 al 16 de abril de 1931. Hay que señalar, no obstante, que no disponemos de series completas, de manera que no hemos podido consultar todos los números, puesto que algunos han desaparecido. Igualmente, para confrontar las actitudes de la prensa hemos utilizado diarios de tendencias políticas opuestas.

Por lo que se refiere a las fuentes bibliográficas, habría que reseñar la ausencia de una bibliografía específica para el ámbito insular. Monografías existen muchas, pero para el conjunto del país y en su mayor parte no hacen referencia expresa a Canarias. Completamos el conjunto de fuentes bibliográficas utilizadas con una serie de artículos, informes y monografías, publicados en la revista Historia 16, que nos han permitido desentrañar multitud de aspectos que no aparecen muy claros en las obras de carácter general.

Entre los problemas metodológicos a los que nos hemos enfrentado, además de la ya citada inexistencia de una bibliografía específica para las Islas, habría que señalar la ausencia de algunos números de los periódicos consultados, que han hecho algo incompleta nuestra labor. Por último, lo reducido del periodo de estudio, que ha restado posibilidades a un análisis más completo del suceso.

Para finalizar, en lo que respecta a la estructura del trabajo, esta se organiza en dos capítulos. En el primero, abordaremos la evolución demográfica y socioeconómica del Archipiélago y su evolución en los primeros decenios del siglo XX. Esto nos permitirá un conocimiento más preciso de la coyuntura por la que pasaban las islas hacia 1931. En el segundo, analizaremos día a día, a través de los diarios locales, los acontecimientos que provocaron la caída de la Monarquía y el advenimiento de la Segunda República.

 

1.Evolución de la población y dinámica social en Canarias (1900-1930).

 
“En el núcleo mismo de todo proceso histórico se sitúa el hombre, y de él es preciso partir al adentrarse en cualquier estudio histórico” (1)

  Dada la interrelación existente entre economía, sociedad y política (entendiendo ésta en su sentido más amplio) con la demografía, cualquier trabajo de tipo histórico debería tener en cuenta como punto de partida la situación demográfica en el marco geográfico y época que se estudia. Es por tanto imprescindible examinar el potencial demográfico, su evolución y causas que la determinan, así como el análisis de la realidad social en que se estructura esa población.

        No se trata de un estudio en profundidad, sino simplemente trazar el telón de fondo que nos explique el escenario sobre el que se mueve la clase política del momento, y la población en general.

(1) 1972, pág.43

1.1.La población de Canarias.

        Canarias experimenta un fuerte crecimiento demográfico desde 1860, muy superior a la media nacional. Este  incremento se  acelera en el último tercio del siglo XIX y continúa a un ritmo creciente en los primeros años del siglo XX.

        Sin embargo, el crecimiento demográfico y el económico no van paralelos. El incremento demográfico se debe  en gran parte a factores ajenos al puramente económico: el mantenimiento de una elevada natalidad, propia de un régimen demográfico antiguo, y el descenso progresivo de la  de mortalidad (avances médicos, mejora de la higiene, etc.). Esta disimetría entre el crecimiento demográfico y el económico se traduce en un intenso proceso emigratorio. Canarias será una de las regiones que “expulse” un mayor contingente de población desde las últimas décadas del ochocientos (2).

        Este notable incremento demográfico entre 1860 y 1930 no es homogéneo en el tiempo, sino que se alternan periodos de crisis, que llevan aparejada una fuerte emigración, y otros de elevado crecimiento, al que contribuye en gran medida el retorno de emigrantes (3).

(1) 1972, pág.43

(2)La emigración canaria LACOMBE, J. A. , no es un fenómeno específico de este momento histórico, sino que es un elemento estructural prácticamente desde los primeros años que siguieron a la conquista.

(3)BURRIEL DE ORUETA, E. , 1976.

      Las etapas de crisis más intensa fueron los periodos intercensales 1878-1887 y 1911-1920. El primero,  ligado a la caída del precio de la cochinilla. Las crónicas locales hablan de miles de emigrantes que se dirigieron fundamentalmente a la isla de Cuba. El segundo, originado por el impacto que produjo en las islas la Primera Guerra Mundial, reanudando nuevamente el proceso emigratorio a gran escala.

        Por el contrario, las etapas de mayor desarrollo demográfico son los periodos intercensales 1888-1910 y 1921-1930. En el primer caso se trata de  la combinación de un nuevo ciclo económico basado en la expansión de cultivos comerciales de regadío (plátano, tomate y patata temprana) con el desarrollo de las dos grandes capitales ligado al incremento de tráfico marítimo internacional. La década de los veinte también fue una  etapa de intenso crecimiento demográfico, por los mismos motivos que el anterior, después del paréntesis provocado por la Primera Guerra Mundial.

 

Evolución de la población de España y Canarias (1860-1930).

CENSO
España.
Población.
Crecim.
%
Canarias.
Población.
Crecim.
%
1860
15.658.586
 
237.036
 
1900
18.607.674
18,83
358.564
51,27
1910
19.927.150
7,00
444.016
23,86
1920
21.303.162
6,90
457.663
 3,00
1930
23.563.867
  10,60
555.128
21,29

Censos de población. Elaboración propia.

       
De igual modo, este intenso crecimiento demográfico, en relación a la media del país no es homogéneo en el Archipiélago, sino que se concentra especialmente en las islas centrales (Tenerife y Gran Canaria) y dentro de estas en sus capitales.

        Tenerife casi duplica su población entre 1900 y 1930, pasando de 138.000 habitantes a casi 220.000. La capital, en el mismo periodo pasa de  38.419 a 62.087 habitantes.      

1.2.Crecimiento urbano y migraciones.

      El cambio de coyuntura económica tras la crisis de la cochinilla provocará, en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, un rápido crecimiento urbano en los dos núcleos capitalinos de la región. Santa Cruz de Tenerife ostentaba la capitalidad de la provincia de Canarias desde mediados del siglo XIX.

Evolución de la población de Santa Cruz de Tenerife (1887-1930).

Años
Habitantes.
1887
19.722
1897
33.421
1900
38.419
1910
63.004
1920
52.432
1930
62.087

                      Censos de población de los años respectivos.

            Si observamos el descenso de la cifra de habitantes que se produce en la  década de los  años diez habría que decir que como consecuencia de las luchas derivadas de la pugna por la capitalidad entre Santa Cruz y Las Palmas, se hinchó artificialmente el censo correspondiente a la capital tinerfeña en 1910. Para el llevado a cabo diez años más tarde, en 1920, la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico realizaría una corrección sobre el terreno en la entonces capital de Canarias, para que  las cifras se ajustasen a la realidad.

         Este incremento poblacional se debe primordialmente a las migraciones que se dirigen a la capital desde los municipios del interior de la isla, preferentemente de la zona sur, así como de las islas de La Palma y el Hierro, y en menor medida, de la Gomera. Todo ello provoca el desarrollo del núcleo original de Santa Cruz que supera el barranco de Santos, límite natural hasta principios del siglo XX. Entre 1900 y 1920 se crean nuevos barrios populares como el Toscal, Duggi, Obrero, Cabo, Llanos, etc.

        La evolución de su población activa va caracterizando las transformaciones sociales y urbanas que se operan en su ámbito. Las variaciones en la estructura socio-profesional entre 1900 y 1930 serán las siguientes:

      a)En 1900, la población activa ocupada en el sector primario será un 40,8%; en la construcción, actividades fabriles y artesanas un 22,4%.El terciario ocupa un 36,8% del total (transportes 10,8%, comercio y otros servicios 26%).

      b)En 1930, la población activa del sector primario  solo supone el 22%, reduciendo su participación casi a la mitad. El sector de la construcción, actividades fabriles y artesanales alcanza ya el 38,3%, mientras que el sector terciario apenas registra un ligero aumento hasta el 39,6%.

         El incremento más destacado será el experimentado por el sector secundario que nos indica la existencia de un proletariado urbano incipiente y el desarrollo de una mayor actividad fabril y artesanal. Puede considerarse en estos momentos a Santa Cruz  como una ciudad con marcado predominio de la pequeña y mediana burguesía, y al no existir una concentración de absentistas tan elevada como en el caso de Las Palmas, posibilitará el auge de planteamientos políticos más avanzados. Estos chocarán frontalmente con el exhaustivo control que sobre el interior rural ejercían los núcleos de la oligarquía agraria tradicional, centrados preferentemente en La Laguna y La Orotava.

1.3.La estructura social (1900-1930).

      La estructura social de las islas Canarias en las primeras décadas del siglo XX se caracteriza por sus diferenciación en dos grupos: uno mayoritario, el de las clases trabajadoras,  y otro, muy minoritario, formado por una élite de base agraria.

El comportamiento económico de esta élite será claramente precapitalista y serán los grandes beneficiados por la expansión de los cultivos comerciales. Como señala Roselló:

“Las islas han vivido y viven parcialmente en régimen colonial, coexistiendo un grupo humano en sistema cerrado, con una auténtica agricultura comercial con destino a la exportación y un comercio internacional activo cuyos beneficios no siempre repercuten sobre la mano de obra”

        Sin embargo, los beneficios derivados de la agricultura no se utilizaron para financiar una actividad industrial, sino para adquirir nuevas propiedades, acondicionamiento de las antiguas y obtener la propiedad del agua.

        La burguesía detenta el poder económico, político y ocupa el primer puesto en la escala social.  Las clases medias constituyen un grupo social minoritario. Se caracterizan por su heterogeneidad, débil consistencia económica, falta de conciencia de clase y mimetismo hacia la clase alta, para diferenciarse de los grupos inferiores. Ambos grupos forman la clase política de Canarias en el periodo que abarca nuestro estudio y son los que dominan los resortes del poder.

       Las clases trabajadoras constituyen el grupo mayoritario de la población; podemos distinguir tres niveles:

      a)Los jornaleros agrícolas, con un elevadísimo índice de analfabetismo; en sus relaciones con los propietarios rurales lindan el servilismo.

       b)Los jornaleros de las zonas urbanas. Comparten las características de los anteriores, aunque en el sector portuario se inicia el embrión de un proletariado urbano con conciencia de la situación. Desde la segunda década del siglo XX comienzan a jugar un papel activo en la política local, primero de la mano de los republicanos federales y luego integrados en sus organizaciones de clase.

      c)El artesanado, y en general el proletariado de oficios urbanos, viejo residuo de la tradición gremial, es numeroso en las dos capitales insulares, pero carece de conciencia de clase; tiene un nivel de vida que cubre sus necesidades vitales.

     Para concluir el presente capítulo habría que hacer referencia a un grupo social incipiente en este periodo, el obrero urbano. El desarrollo de un proletariado urbano constituirá en los dos principales centros urbanos del Archipiélago un proceso lento; no podría ser de otro modo, con una base eminentemente artesanal y una función comercial y exportadora centrada en la especulación con ciertos cultivos.

      La raquítica y fraccionada base artesanal y un peso aplastante del analfabetismo cuyos índices suponen cifras oficiales en 1900 para el total canario de un 75,22% de la población, junto al nivel de escolarización más bajo del país, son antecedentes poco alentadores.

       En 1916 la prensa se hacía eco de que hacían falta en canarias 337 escuelas, frente a las 288 existentes. Se hace referencia continua a la importancia del caciquismo y su dominio sobre las clases trabajadoras.

      El desarrollo urbano de las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, ligado a la exportación frutera y a la actividad portuaria, no conducirá a un rápido incremento de la clase obrera, ante la ausencia de inversión en establecimientos fabriles, ni siquiera orientados al mercado local. No obstante, a comienzos de siglo, la actividad pequeño fabril tiene mayor desarrollo en Santa Cruz de Tenerife que en Las Palmas, debido a un mayor peso del capital y grupos ingleses. Para el conjunto del Archipiélago se va produciendo una lenta consolidación del proletariado urbano en torno a los trabajos portuarios que concentrarán una importante mano de obra en carga y descarga, carboneo, etc.

      Con respecto a la distribución por sectores, además de los obreros portuarios, que constituyen el grupo más numeroso, se observa un claro predominio de una industria que a partir de 1920 se constituirá en una de las más importantes en las Islas: la tabaquera. Por otro lado, la actividad exportadora potenciará el desarrollo de un elevado número de trabajadores orientados al transporte de mercancías.


©José Solórzano Sánchez.

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