Quien haya visitado
Santa Cruz de La Palma, habrá sin duda admirado los balcones de madera de la
avenida Marítima. Constituyen una de las señas de identidad de la capital
palmera y según parece su objetivo era airear algunas de las viviendas de dos o más plantas de las
calles O’Daly y Pérez Brito. En efecto, muchas de estas confinaban por su parte trasera con la marina, y a través
de estas balconadas, recibían la acción refrescante de los alisios.
Su tipología es muy
variada, pero siempre compartiendo las características generales que se
observan en otros lugares de la isla o del Archipiélago. Quizás la nota distintiva
sea, además del colorido, los denominados “balcones dobles”, de clara influencia portuguesa, que coexisten
con otros de mayor simplicidad..
Lo realmente curioso de
estas construcciones, dejando a un lado su belleza y estado de conservación, es
la existencia en sus extremos de un espacio cubierto donde se situaba el
retrete de la vivienda, desde ahí, los “productos fecales” caían directamente
al exterior, donde se encontraba la playa y seguramente la marea se encargaría de
las “labores de limpieza”. Actualmente, tras la construcción de la avenida, el
mar se encuentra a cierta distancia de las balconadas.