viernes, 1 de enero de 2021

O REENCONTRO / EL REENCUENTRO.

 

Este relato  fue un trabajo realizado durante el curso 2019-20 en mis clases de segundo de portugués. Su objetivo era confirmar que para un hispanohablante, con total desconocimiento de la lengua portuguesa, es posible entender el sentido de un texto breve en aquel idioma. No obstante, se incluye una traducción del mismo al español.

Igualmente, al final de la traducción aparece la explicación de la palabra clave del texto.


A família do António tinha vivido naquela aldeia do Norte de Portugal durante séculos; eles diziam que desde que expulsaram os mouros.

Aquele sinal sempre acompanhou à família Carvalho. Nenhum deles sabia o que significava, mas sempre a gravaram em qualquer lugar das suas casas: num canto de um quarto ou da sala, nas portas, nas janelas, nos pratos ou nas facas, nos copos, etc.

Todos consideravam que era o símbolo ou a assinatura da família, assim como o brasão dos nobres. As mulheres sempre o bordavam nos lençóis, nos guardanapos, nas toalhas, inclusive nas roupas íntimas ou nas mortalhas.

Quando ele era uma criança pensava também que era uma espécie de amuleto. Alguns membros da família, ha muito tempo, tinhan procurado nas bibliotecas aquela imagem para saber o seu significado, mas sem sucesso. Tampouco tiveram sorte quando chegou a internet e procuraram nela.

Outro mistério associado à sua família era a presença das ilhas Canárias nas suas conversas. Isto era algo estranho porque nenhum deles tinha visitado aquele arquipélago, mas todos sabiam que eram umas ilhas espanholas muito perto de Madeira. Na verdade era para eles um conhecimento próximo e  indefinido ao mesmo tempo.

Como todas as famílias portuguesas, muitos dos seus membros tinham emigrado durante séculos para outras terras: primeiro para o Brasil, depois para outras colónias do Império (Angola, Goa, Macau, etc.), mais tarde a França, Alemanha ou  Luxemburgo. Era por isso que tinha primos por todo o mundo, mas nunca tinham ido para as Canárias.

António Carvalho casou-se com a Raquel há dois dias. Ela foi a sua amiga da escola e depóis do liceu. A Raquel esperou por ele quanto esteve seis anos a trabalhar em Berlim. Agora eles vão viver no Porto onde ambos trabalham e têm um apartamento.

António estava muito feliz. Viajou com a sua mulher do Porto para Madrid e depois para Tenerife. Era a viagem de lua de mel deles. Foi o primeiro e único membro da família em pôr os seus pés sobre as Ilhas Canárias. A viagem estava a ser maravilhosa, com um tempo esplêndido, muito diferente daquele dia do casamento no Porto, com chuva e nevoeiro.

Quando visitaram o Norte da ilha estacionaram o carro ao lado da uma pequena igreja de uma pequena cidade também. Chamava-se Garachico e parecia bastante bonita. Entraram na igreja, era antiga, do século XVI e muito semelhante àquela da sua aldeia. Assim que entrou, sofreu um forte “shock”. Teve de se sentar numa cadeira para não cair no chão.

 Depois de alguns minutos sentiu uma emoção profunda. Por toda a igreja aparecia o símbolo da sua família; em todas as formas, tamanhos e cores: na madeira do altar, nas portas e janelas, nas paredes e no pavimento, inclusive no bordado no manto da Virgem.

Surpreendido e admirado passou muito tempo naquela pequena igreja até que na porta da sacristia encontrou novamente o símbolo, e ao lado deste uma inscrição que dizia:

“António Carvalho fez isto no ano do Nosso Senhor, 1525”.

Só então ele foi capaz de relacionar o nome daquela pequena cidade canária e  da sua aldeia: Cochiraga de Santa Maria.

José Solórzano Sánchez ©

 

Este breve conto é  a minha modesta homenagem a Portugal, aos portugueses e a sua contribuição para a formação da identidade  canária.


La familia de Antonio había vivido en aquella aldea del norte de Portugal durante siglos; elles decían que desde que expulsaron a los moros.

Aquella señal siempre acompañó a la familia Carvallo. Ninguno de ellos sabía lo que significaba, pero siempre la grababan en cualquier lugar de sus casas: en un rincón de una habitación o de la sala, en las puertas, en las ventanas, en los platos o en los cuchillos, en los vasos, etc.

Todos consideraban que era el símbolo o la firma de la familia, algo así como el escudo de los nobles. Las mujeres siempre lo bordaban en las sábanas, las servilletas, los manteles, incluso en la ropa interior o en las mortajas.

Cuando era niño pensaba también que era una especie de amuleto. Algunos miembros de la familia, hace mucho tiempo, habían buscado en las bibliotecas aquella imagen para saber su significado, pero sin éxito. Tampoco tuvieron éxito cuando llegó internet y buscaron en éste.

Otro misterio asociado a su familia era la presencia de las islas Canarias en sus conversaciones. Esto era algo extraño porque ninguno de ellos había visitado aquel archipiélago, pero todos sabían que eran unas islas españolas muy cercanas a Madeira. Verdaderamente era para ellos un conocimiento próximo e indefinido al mismo tiempo.

Como todas las familias portuguesas, muchos de sus miembros habían emigrado durante siglos para otras tierras: primero para Brasil, después para otras colonias del Imperio (Angola, Goa, Macao, etc.), más tarde a Francia, Alemania o Luxemburgo. Era por eso que tenía primos por todo el mundo, pero nunca habían ido a las Canarias.

Antonio Carvalho se casó con Raquel hace dos días. Ella fue su amiga de escuela y después del instituto. Raquel le esperó cuando estuvo seis años trabajando en Berlín. Ahora van a vivir en Oporto donde ambos trabajan y tienen un apartamento.

Antonio estaba muy feliz. Viajó con su mujer desde Oporto a Madrid y después a Tenerife. Era su viaje de luna de miel. Fue el primer y único miembro de la familia en poner sus pies sobre las Islas canarias. El viaje estaba siendo maravilloso, con un tiempo espléndido, muy diferente de aquel día de la boda en Porto, con lluvia y niebla.

Cuando visitaron el norte de la isla aparcaron el coche junto a una pequeña iglesia de una ciudad pequeña también. Se llamaba Garachico y parecía bastante bonita. Entraron en la iglesia, era antigua, del siglo XVI y muy parecida a la de su aldea. Nada más entrar sufrió un fuerte “shock”. Tuvo que sentarse en una silla para no caer al suelo.

Después de algunos minutos sintió una emoción profunda. Por toda la iglesia aparecía el símbolo de su familia; en todas las formas, tamaños y colores: en la madera del altar, en las puertas y ventanas, en las paredes y en el pavimento, incluso en el bordado del manto de la Virgen.

Sorprendido y admirado pasó mucho tiempo en aquella pequeña iglesia hasta que en la puerta de la sacristía encontró nuevamente el símbolo, y al lado de este una inscripción que decía:

“Antonio Carvalho hizo esto en el año de Nuestro Señor, 1525”

Solo entonces fue capaz de relacionar el nombre de aquella pequeña ciudad canaria y la de su aldea: Cochiraga de Santa Maria.

José Solórzano Sánchez ©

 

Este breve relato es mi modesto homenaje a Portugal,  a los portugueses y a su contribución en la formación de la identidad canaria.

COCHIRAGA= GARACHICO (ESCRITO AL REVÉS)


No hay comentarios:

Publicar un comentario