Este relato
fue un trabajo realizado durante el curso 2019-20 en mis clases de
segundo de portugués. Su objetivo era confirmar que para un hispanohablante,
con total desconocimiento de la lengua portuguesa, es posible entender el
sentido de un texto breve en aquel idioma. No obstante, se incluye una
traducción del mismo al español.
Igualmente, al final de la traducción aparece
la explicación de la palabra clave del texto.
A família do
António tinha vivido naquela aldeia do Norte de Portugal durante séculos; eles diziam que desde que expulsaram os
mouros.
Aquele sinal
sempre acompanhou à família Carvalho. Nenhum deles sabia o que significava, mas
sempre a gravaram em qualquer lugar das suas casas: num canto de um quarto ou
da sala, nas portas, nas janelas, nos pratos ou nas facas, nos copos, etc.
Todos
consideravam que era o símbolo ou a assinatura da família, assim como o brasão
dos nobres. As mulheres sempre o bordavam nos lençóis, nos guardanapos, nas
toalhas, inclusive nas roupas íntimas ou nas mortalhas.
Quando ele
era uma criança pensava também que era uma espécie de amuleto. Alguns membros
da família, ha muito tempo, tinhan procurado nas bibliotecas aquela imagem para
saber o seu significado, mas sem sucesso. Tampouco tiveram sorte quando chegou
a internet e procuraram nela.
Outro
mistério associado à sua família era a presença das ilhas Canárias nas suas
conversas. Isto era algo estranho porque nenhum deles tinha visitado aquele
arquipélago, mas todos sabiam que eram umas ilhas espanholas muito perto de
Madeira. Na verdade era para eles um conhecimento próximo e indefinido ao mesmo tempo.
Como todas
as famílias portuguesas, muitos dos seus membros tinham emigrado durante
séculos para outras terras: primeiro para o Brasil, depois para outras colónias
do Império (Angola, Goa, Macau, etc.), mais tarde a França, Alemanha ou Luxemburgo. Era por isso que tinha primos por
todo o mundo, mas nunca tinham ido para as Canárias.
António
Carvalho casou-se com a Raquel há dois dias. Ela foi a sua amiga da escola e
depóis do liceu. A Raquel esperou por ele quanto esteve seis anos a trabalhar
em Berlim. Agora eles vão viver no Porto onde ambos trabalham e têm um apartamento.
António
estava muito feliz. Viajou com a sua mulher do Porto para Madrid e depois para
Tenerife. Era a viagem de lua de mel deles. Foi o primeiro e único membro da
família em pôr os seus pés sobre as Ilhas Canárias. A viagem estava a ser
maravilhosa, com um tempo esplêndido, muito diferente daquele dia do casamento
no Porto, com chuva e nevoeiro.
Quando
visitaram o Norte da ilha estacionaram o carro ao lado da uma pequena igreja de
uma pequena cidade também. Chamava-se Garachico e parecia bastante bonita.
Entraram na igreja, era antiga, do século XVI e muito semelhante àquela da sua
aldeia. Assim que entrou, sofreu um forte “shock”. Teve de se sentar numa
cadeira para não cair no chão.
Depois de alguns minutos sentiu uma emoção
profunda. Por toda a igreja aparecia o símbolo da sua família; em todas as
formas, tamanhos e cores: na madeira do altar, nas portas e janelas, nas
paredes e no pavimento, inclusive no bordado no manto da Virgem.
Surpreendido
e admirado passou muito tempo naquela pequena igreja até que na porta da
sacristia encontrou novamente o símbolo, e ao lado deste uma inscrição que
dizia:
“António
Carvalho fez isto no ano do Nosso Senhor, 1525”.
Só então ele
foi capaz de relacionar o nome daquela pequena cidade canária e da sua aldeia: Cochiraga de Santa Maria.
José
Solórzano Sánchez ©
Este breve conto é
a minha modesta homenagem a Portugal, aos portugueses e a sua
contribuição para a formação da identidade
canária.
La familia de Antonio había vivido en aquella
aldea del norte de Portugal durante siglos; elles decían que desde que
expulsaron a los moros.
Aquella señal siempre acompañó a la familia
Carvallo. Ninguno de ellos sabía lo que significaba, pero siempre la grababan
en cualquier lugar de sus casas: en un rincón de una habitación o de la sala,
en las puertas, en las ventanas, en los platos o en los cuchillos, en los
vasos, etc.
Todos consideraban que era el símbolo o la
firma de la familia, algo así como el escudo de los nobles. Las mujeres siempre
lo bordaban en las sábanas, las servilletas, los manteles, incluso en la ropa
interior o en las mortajas.
Cuando era niño pensaba también que era una
especie de amuleto. Algunos miembros de la familia, hace mucho tiempo, habían
buscado en las bibliotecas aquella imagen para saber su significado, pero sin éxito.
Tampoco tuvieron éxito cuando llegó internet y buscaron en éste.
Otro misterio asociado a su familia era la
presencia de las islas Canarias en sus conversaciones. Esto era algo extraño
porque ninguno de ellos había visitado aquel archipiélago, pero todos sabían
que eran unas islas españolas muy cercanas a Madeira. Verdaderamente era para
ellos un conocimiento próximo e indefinido al mismo tiempo.
Como todas las familias portuguesas, muchos
de sus miembros habían emigrado durante siglos para otras tierras: primero para
Brasil, después para otras colonias del Imperio (Angola, Goa, Macao, etc.), más
tarde a Francia, Alemania o Luxemburgo. Era por eso que tenía primos por todo
el mundo, pero nunca habían ido a las Canarias.
Antonio Carvalho se casó con Raquel hace dos
días. Ella fue su amiga de escuela y después del instituto. Raquel le esperó
cuando estuvo seis años trabajando en Berlín. Ahora van a vivir en Oporto donde
ambos trabajan y tienen un apartamento.
Antonio estaba muy feliz. Viajó con su mujer
desde Oporto a Madrid y después a Tenerife. Era su viaje de luna de miel. Fue
el primer y único miembro de la familia en poner sus pies sobre las Islas
canarias. El viaje estaba siendo maravilloso, con un tiempo espléndido, muy
diferente de aquel día de la boda en Porto, con lluvia y niebla.
Cuando visitaron el norte de la isla
aparcaron el coche junto a una pequeña iglesia de una ciudad pequeña también. Se
llamaba Garachico y parecía bastante bonita. Entraron en la iglesia, era
antigua, del siglo XVI y muy parecida a la de su aldea. Nada más entrar sufrió
un fuerte “shock”. Tuvo que sentarse en una silla para no caer al suelo.
Después de algunos minutos sintió una emoción
profunda. Por toda la iglesia aparecía el símbolo de su familia; en todas las
formas, tamaños y colores: en la madera del altar, en las puertas y ventanas,
en las paredes y en el pavimento, incluso en el bordado del manto de la Virgen.
Sorprendido y admirado pasó mucho tiempo en
aquella pequeña iglesia hasta que en la puerta de la sacristía encontró
nuevamente el símbolo, y al lado de este una inscripción que decía:
“Antonio Carvalho hizo esto en el año de
Nuestro Señor, 1525”
Solo entonces fue capaz de relacionar el
nombre de aquella pequeña ciudad canaria y la de su aldea: Cochiraga de Santa
Maria.
José Solórzano Sánchez ©
Este
breve relato es mi modesto homenaje a Portugal,
a los portugueses y a su contribución en la formación de la identidad
canaria.
COCHIRAGA=
GARACHICO (ESCRITO AL REVÉS)
No hay comentarios:
Publicar un comentario