No estoy
totalmente seguro de la fecha, ni siquiera del año; después de muchos cálculos
y aproximaciones he llegado a la conclusión que debió ser allá por el 2004, es decir, hace ya de esto unos quince
años. Lo que sí tengo muy claro es el momento y el día en que surgió esta idea,
que, sin proponérmelo, por mucho tiempo
se convirtió en una asignatura pendiente que reclamaba continuamente mi
atención.
Recuerdo
perfectamente un domingo por la mañana, recién levantado, aún con el sabor del
primer café del día y con mucho por hacer durante la jornada. Mientras leía un correo, seguramente enviado por alguien
conocido, en el que se hablaba en tono humorístico de la edad de algunos
países, se me ocurrió que podría hacer algo parecido. Enseguida pensé en
aprovechar la idea (apenas unos párrafos) con un trabajo más amplio, en el que
el protagonista fuese algún municipio de Tenerife, por ejemplo. Santa Cruz; y
sin pensármelo dos veces me puse a escribir.
Creo que
jamás en mi vida he sentido la inspiración con tanta fuerza; estuve varias
horas escribiendo, sin pensar en otra cosa. Iba rellenando folios y folios sin mirar
el reloj, sin parar, pues aún me consideraba “de los de papel y bolígrafo”. Mientras
desarrollaba la historia iba organizando la trama de lo que podía resultar algo
mucho más completo e interesante. Estaba realmente entusiasmado; sobre la
marcha, fui trazando relaciones familiares /intermunicipales con una facilidad
y fluidez que me asombraban.
Como dije
anteriormente, empecé por Santa Cruz y me sorprendí de que a lo largo de la
mañana ya había redactado algo así como doce folios y tomé conciencia, en ese
momento, de que el argumento daba para mucho. Si dedicaba un promedio de 5 o 6
folios a cada uno de los 31 municipios de la isla, podría resultar un trabajo
de casi doscientas páginas. No obstante, al mismo tiempo me sentí tremendamente
abrumado, porque aunque la idea estaba muy clara y la inspiración, de momento
me acompañaba, no disponía ni de la tranquilidad ni del tiempo necesarios para abordar una tarea de esa
envergadura, al menos de una manera continuada.
Efectivamente,
necesitaba documentarme en el caso de algunos municipios para que el conjunto
presentase una homogeneidad argumental, y para ello, creía imprescindible
redactar “de un tirón” los distintos capítulos. La idea era acabar el proyecto
e intentar publicarlo cuanto antes, porque en aquellos momentos todavía era
posible, si resultaba un trabajo interesante (y de esto yo estaba totalmente
convencido) que alguna entidad quisiese afrontar su publicación.
A
sabiendas de que la tarea resultaría complicada, insisto, por la escasez de
tiempo y tranquilidad, conseguí redactar en un par de semana varios “capítulos”,
concretamente seis municipios, sacando tiempo de donde no lo había.
Desgraciadamente, o quizás afortunadamente, nunca se sabe, ahí quedó el
intento. Convencido de que era imposible abordar el proyecto en esas
condiciones y temiendo, sobre todo, que estas limitaciones devaluasen los
posibles resultados, decidí interrumpirlo temporalmente.
Estaba
convencido que este paréntesis sería breve, pero fueron surgiendo otros
proyectos y desafíos, y estos seis
“capítulos” han pasado durmiendo el sueño de los justos unos quince
años. Aunque en ocasiones he compartido
con personas de mi confianza algún apartado
y he tenido la tentación de publicarlos
en alguna revista, consciente como ya he dicho anteriormente de que
podrían resultar interesantes, nunca me decidí, por temor a ser incapaz de
acabar los restantes si por algún motivo se me solicitaba.
Y pasado
todo este tiempo, llego a un punto de mi trayectoria vital en la que se dan
todas las condiciones para poder retomar este proyecto por el que siempre he
sentido una gran ilusión. Al mismo tiempo, reanudarlo
representa también un reto, porque ahora aparentemente no existen trabas que
impidan llevarlo a buen término, y ello va a depender exclusivamente de mi
disposición y capacidad. Confío en que sea posible, el tiempo lo dirá.
Dado que
en la actualidad, publicar cualquier trabajo en formato papel puede resultar
muy complejo, por no decir inviable, y
teniendo en cuenta que las posibilidades de difusión son insignificantes si las
comparamos con el formato “digital”, es por lo que he decidido llevar a cabo un
cambio de “estrategia”.
Aprovechando
las ventajas de disponer de un blog y en el convencimiento de que la red
multiplica de manera casi exponencial el número de posibles lectores, me he
propuesto utilizarlo para ir presentando
capítulo a capítulo las diferentes historias de esta “curiosa” familia.
José Solórzano Sánchez ©
Pues ma gusta tu introducción sincera y entusiasta. Un comienzo imprescindible. Seguiré.
ResponderEliminarBalbi