En mi reciente viaje a la comarca de La
Alcarria (Guadalajara) tuve ocasión de comprobar, en distintas localidades, la
pervivencia de una costumbre que no me es ajena, porque la recuerdo de los años de mi infancia.
Es una tradición eminentemente
castellano-manchega, aunque se puede encontrar también por otras regiones como
Extremadura, Andalucía, y en algunas
comarcas de la Comunidad Valenciana y
Murcia. Consiste en la utilización de cortinas en las puertas de acceso a las
viviendas y también en los patios, aunque en este caso, resulta más difícil
verlas, por encontrarse en el interior de las mismas.
Estas telas cumplen multitud de
funciones, pero fundamentalmente, permitir que las puertas de las casas puedan
estar abiertas y éstas se ventilen sin que entren insectos; la posibilidad de
un acceso cómodo a la misma y el mantenimiento de la intimidad familiar sin que
el interior de la vivienda quede a la vista de los curiosos.
Hasta un pasado no muy lejano, su
utilización casi generalizada permitió el mantenimiento de una rica artesanía
de telares en numerosas localidades, aunque en la actualidad predominan las
confeccionadas con fibras industriales y decoración uniforme. Estas telas, al
estilo tradicional, imprimían una nota de color al contundente manto de cal que
cubría las fachadas.
Pude observarlas desde el primer momento
de mi visita, aunque no les presté excesiva atención porque no eran muy
frecuentes (Brihuega, Cifuentes,
Gárgoles de Arriba, Gárgoles de Abajo, Trillo, Viana de Mondéjar, La Puerta,
Chillarón del Rey, Durón y Budia). Solamente cuando comencé a callejear por
Sacedón empecé a fijarme con atención en las mismas y realicé algunas
fotografías. Simultáneamente, observé
que muchas viviendas contaban con una tabla en la parte inferior de la puerta
de acceso, a modo de defensa. Tampoco era algo desconocido para mí, pero me
causó cierta sorpresa verlas colocadas de modo fijo en los inicios del verano.
Sabía que suelen utilizarse cuando se
avecinan fuertes lluvias en prevención de que puedan anegarse las plantas bajas
de las casas, pero no era el momento, y además algunas estaban fijas incluso
con candados.
Mi curiosidad me llevó a preguntar y me
comentaron que los propietarios de estas viviendas no residían habitualmente en
el pueblo, sino en Madrid u otras ciudades y solo acudían a las mismas en
vacaciones o algunos fines de semana, por lo que dejaban de manera fija y como
protección las citadas tablas.
Con posterioridad, ya en la Villa Ducal
de Pastrana, callejeando por el antiguo barrio morisco del Albaicín, pude
comprobar con sorpresa, como la inmensa mayoría de las viviendas contaban con
cortinas en sus puertas y comencé a fotografiarlas sin una idea clara. La
realidad es que salvo en las vías principales, Pastrana está sembrada de
puertas cubiertas con cortinas. No hay calle, plazoleta o rincón donde no se
las encuentre, aportando a estos lugares
una nota de color y originalidad. Pasé
bastante tiempo fotografiándolas, en distintos momentos del día, sin que un sol
aplastante, las empinadas callejas o las
escaleras, fueran un obstáculo insalvable.
Lo que me llamaba la atención era que
prácticamente en la totalidad de las viviendas cuyas puertas fotografié, estas
se encontraban cerradas y con la cortina echada, a pesar de que en muchas de
ellas se escuchaba gente en su interior. Además, me resultó curioso el hecho de
que muchas de las casas parecían llevar meses
cerradas.
Pero lo que realmente me causó estupor
era la frecuencia de las puertas donde aparecían dos elementos claramente
contradictorios, al menos, teniendo en cuenta la información previa con que
contaba. Efectivamente, no era extraño encontrar puertas con la mencionada
tabla protectora y al mismo tiempo la cortina. Era algo tan contradictorio que
no lograba entender, porque si como parecía, en esa vivienda no residía nadie
desde hacía tiempo, como lo atestiguaba la presencia de la tabla encajada, ¿qué
sentido tenía la cortina?... o a la inversa. Me costaba pensar que todos esos
propietarios habían regresado a su lugar de residencia habitual, quizás meses
atrás, y habían cometido el descuido de dejar la cortina instalada, expuesta a
las inclemencias del tiempo o bien a su retirada por cualquier viandante.
Como siempre, mi curiosidad me llevó a
preguntar para aclarar este “conflicto cognitivo” y tuve la fortuna de hacerlo
a alguien que conoce mucho y bien de Pastrana y su historia. Me comentó que
efectivamente el uso de las cortinas en las puertas de las viviendas
responde a la ya citada tradición
castellano-manchega, pero que a partir de la declaración de la Villa como
Conjunto Histórico Artístico en 1966, y como consecuencia de toda la normativa
desarrollada posteriormente para conservar este patrimonio, empezó a tener una
nueva función, que es la que predomina en la actualidad.
En toda esta normativa proteccionista,
se incluía la obligatoriedad del uso de puertas de madera en las viviendas, y
dado que una buena parte de los propietarios de las mismas residen en otras
localidades, las posibilidades de un mantenimiento adecuado son escasas, así
que la cortina se convierte en un elemento fundamental para conservar en buen estado
las puertas, protegiéndolas de la acción del sol y de la lluvia. Siempre será
más económico sustituir una cortina que reparar o cambiar una puerta. Con esto,
quedaba también aclarada la contradicción de la coexistencia del binomio
cortina/tabla, ya señalado.
Resulta por tanto, que el mantenimiento
de una costumbre tradicional, que podría haber desaparecido de la villa después
de intenso proceso migratorio de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado,
viene condicionado por una medida de carácter proteccionista, sin que haya
mediado una intención previa en la misma.
Por lo que respecta a la tipología de
este elemento, aunque se mantiene en algunos casos el modelo tradicional, de
hilo y colores vivos, se observa una gran variedad de materiales y motivos
decorativos.
También podemos encontrar las que
imitan el modelo tradicional, aunque fabricadas con fibras industriales.
No son pocas las que aparecen con
motivos típicamente manchegos o cervantinos.
O cualquier otro motivo de tipo general
que podría ser utilizado en infinidad de lugares (flor de lis, estampados,
cacerías, etc).
Aunque posiblemente el más utilizado
sea el de las franjas de colores, bien sean verticales u horizontales.
Por último, esta variedad de motivos se
completa con el tipo más sencillo, que es el de colores lisos.
© José Solórzano Sánchez
Con posterioridad, ya en la Villa Ducal
de Pastrana, callejeando por el antiguo barrio morisco del Albaicín, pude
comprobar con sorpresa, como la inmensa mayoría de las viviendas contaban con
cortinas en sus puertas y comencé a fotografiarlas sin una idea clara. La
realidad es que salvo en las vías principales, Pastrana está sembrada de
puertas cubiertas con cortinas. No hay calle, plazoleta o rincón donde no se
las encuentre, aportando a estos lugares
una nota de color y originalidad. Pasé
bastante tiempo fotografiándolas, en distintos momentos del día, sin que un sol
aplastante, las empinadas callejas o las
escaleras, fueran un obstáculo insalvable.
Lo que me llamaba la atención era que
prácticamente en la totalidad de las viviendas cuyas puertas fotografié, estas
se encontraban cerradas y con la cortina echada, a pesar de que en muchas de
ellas se escuchaba gente en su interior. Además, me resultó curioso el hecho de
que muchas de las casas parecían llevar meses
cerradas.
Pero lo que realmente me causó estupor
era la frecuencia de las puertas donde aparecían dos elementos claramente
contradictorios, al menos, teniendo en cuenta la información previa con que
contaba. Efectivamente, no era extraño encontrar puertas con la mencionada
tabla protectora y al mismo tiempo la cortina. Era algo tan contradictorio que
no lograba entender, porque si como parecía, en esa vivienda no residía nadie
desde hacía tiempo, como lo atestiguaba la presencia de la tabla encajada, ¿qué
sentido tenía la cortina?... o a la inversa. Me costaba pensar que todos esos
propietarios habían regresado a su lugar de residencia habitual, quizás meses
atrás, y habían cometido el descuido de dejar la cortina instalada, expuesta a
las inclemencias del tiempo o bien a su retirada por cualquier viandante.
Como siempre, mi curiosidad me llevó a
preguntar para aclarar este “conflicto cognitivo” y tuve la fortuna de hacerlo
a alguien que conoce mucho y bien de Pastrana y su historia. Me comentó que
efectivamente el uso de las cortinas en las puertas de las viviendas
responde a la ya citada tradición
castellano-manchega, pero que a partir de la declaración de la Villa como
Conjunto Histórico Artístico en 1966, y como consecuencia de toda la normativa
desarrollada posteriormente para conservar este patrimonio, empezó a tener una
nueva función, que es la que predomina en la actualidad.
En toda esta normativa proteccionista,
se incluía la obligatoriedad del uso de puertas de madera en las viviendas, y
dado que una buena parte de los propietarios de las mismas residen en otras
localidades, las posibilidades de un mantenimiento adecuado son escasas, así
que la cortina se convierte en un elemento fundamental para conservar en buen estado
las puertas, protegiéndolas de la acción del sol y de la lluvia. Siempre será
más económico sustituir una cortina que reparar o cambiar una puerta. Con esto,
quedaba también aclarada la contradicción de la coexistencia del binomio
cortina/tabla, ya señalado.
Resulta por tanto, que el mantenimiento
de una costumbre tradicional, que podría haber desaparecido de la villa después
de intenso proceso migratorio de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado,
viene condicionado por una medida de carácter proteccionista, sin que haya
mediado una intención previa en la misma.
Por lo que respecta a la tipología de
este elemento, aunque se mantiene en algunos casos el modelo tradicional, de
hilo y colores vivos, se observa una gran variedad de materiales y motivos
decorativos.
También podemos encontrar las que
imitan el modelo tradicional, aunque fabricadas con fibras industriales.
No son pocas las que aparecen con
motivos típicamente manchegos o cervantinos.
O cualquier otro motivo de tipo general
que podría ser utilizado en infinidad de lugares (flor de lis, estampados,
cacerías, etc).
Aunque posiblemente el más utilizado
sea el de las franjas de colores, bien sean verticales u horizontales.
Por último, esta variedad de motivos se
completa con el tipo más sencillo, que es el de colores lisos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario