domingo, 2 de julio de 2017

Cortinas en las calles de la Villa Ducal de Pastrana (Guadalajara)

 
 
 
En mi reciente viaje a la comarca de La Alcarria (Guadalajara) tuve ocasión de comprobar, en distintas localidades, la pervivencia de una costumbre que no me es ajena, porque  la recuerdo de los años de mi infancia.
 
Es una tradición eminentemente castellano-manchega, aunque se puede encontrar también por otras regiones como Extremadura, Andalucía, y en  algunas comarcas de la Comunidad Valenciana  y Murcia. Consiste en la utilización de cortinas en las puertas de acceso a las viviendas y también en los patios, aunque en este caso, resulta más difícil verlas, por encontrarse en el interior de las mismas.
 
Estas telas cumplen multitud de funciones, pero fundamentalmente, permitir que las puertas de las casas puedan estar abiertas y éstas se ventilen sin que entren insectos; la posibilidad de un acceso cómodo a la misma y el mantenimiento de la intimidad familiar sin que el interior de la vivienda quede a la vista de los curiosos.
 
Hasta un pasado no muy lejano, su utilización casi generalizada permitió el mantenimiento de una rica artesanía de telares en numerosas localidades, aunque en la actualidad predominan las confeccionadas con fibras industriales y decoración uniforme. Estas telas, al estilo tradicional, imprimían una nota de color al contundente manto de cal que cubría las fachadas.
 
Pude observarlas desde el primer momento de mi visita, aunque no les presté excesiva atención porque no eran muy frecuentes  (Brihuega, Cifuentes, Gárgoles de Arriba, Gárgoles de Abajo, Trillo, Viana de Mondéjar, La Puerta, Chillarón del Rey, Durón y Budia). Solamente cuando comencé a callejear por Sacedón empecé a fijarme con atención en las mismas y realicé algunas fotografías.  Simultáneamente, observé que muchas viviendas contaban con una tabla en la parte inferior de la puerta de acceso, a modo de defensa. Tampoco era algo desconocido para mí, pero me causó cierta sorpresa verlas colocadas de modo fijo en los inicios del verano. Sabía que  suelen utilizarse cuando se avecinan fuertes lluvias en prevención de que puedan anegarse las plantas bajas de las casas, pero no era el momento, y además algunas estaban fijas incluso con candados.
 
Mi curiosidad me llevó a preguntar y me comentaron que los propietarios de estas viviendas no residían habitualmente en el pueblo, sino en Madrid u otras ciudades y solo acudían a las mismas en vacaciones o algunos fines de semana, por lo que dejaban de manera fija y como protección las citadas tablas.
  

 
 
Con posterioridad, ya en la Villa Ducal de Pastrana, callejeando por el antiguo barrio morisco del Albaicín, pude comprobar con sorpresa, como la inmensa mayoría de las viviendas contaban con cortinas en sus puertas y comencé a fotografiarlas sin una idea clara. La realidad es que salvo en las vías principales, Pastrana está sembrada de puertas cubiertas con cortinas. No hay calle, plazoleta o rincón donde no se las encuentre, aportando  a estos lugares una nota de color y  originalidad. Pasé bastante tiempo fotografiándolas, en distintos momentos del día, sin que un sol aplastante,  las empinadas callejas o las escaleras, fueran un obstáculo insalvable.
 
Lo que me llamaba la atención era que prácticamente en la totalidad de las viviendas cuyas puertas fotografié, estas se encontraban cerradas y con la cortina echada, a pesar de que en muchas de ellas se escuchaba gente en su interior. Además, me resultó curioso el hecho de que  muchas de las casas parecían llevar meses cerradas.
 
Pero lo que realmente me causó estupor era la frecuencia de las puertas donde aparecían dos elementos claramente contradictorios, al menos, teniendo en cuenta la información previa con que contaba. Efectivamente, no era extraño encontrar puertas con la mencionada tabla protectora y al mismo tiempo la cortina. Era algo tan contradictorio que no lograba entender, porque si como parecía, en esa vivienda no residía nadie desde hacía tiempo, como lo atestiguaba la presencia de la tabla encajada, ¿qué sentido tenía la cortina?... o a la inversa. Me costaba pensar que todos esos propietarios habían regresado a su lugar de residencia habitual, quizás meses atrás, y habían cometido el descuido de dejar la cortina instalada, expuesta a las inclemencias del tiempo o bien a su retirada por cualquier viandante.   
 

 
Como siempre, mi curiosidad me llevó a preguntar para aclarar este “conflicto cognitivo” y tuve la fortuna de hacerlo a alguien que conoce mucho y bien de Pastrana y su historia. Me comentó que efectivamente el uso de las cortinas en las puertas de las viviendas responde  a la ya citada tradición castellano-manchega, pero que a partir de la declaración de la Villa como Conjunto Histórico Artístico en 1966, y como consecuencia de toda la normativa desarrollada posteriormente para conservar este patrimonio, empezó a tener una nueva función, que es la que predomina en la actualidad.
 
En toda esta normativa proteccionista, se incluía la obligatoriedad del uso de puertas de madera en las viviendas, y dado que una buena parte de los propietarios de las mismas residen en otras localidades, las posibilidades de un mantenimiento adecuado son escasas, así que la cortina se convierte en un elemento fundamental para conservar en buen estado las puertas, protegiéndolas de la acción del sol y de la lluvia. Siempre será más económico sustituir una cortina que reparar o cambiar una puerta. Con esto, quedaba también aclarada la contradicción de la coexistencia del binomio cortina/tabla, ya señalado.
 
Resulta por tanto, que el mantenimiento de una costumbre tradicional, que podría haber desaparecido de la villa después de intenso proceso migratorio de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, viene condicionado por una medida de carácter proteccionista, sin que haya mediado una intención previa en la misma.
 
Por lo que respecta a la tipología de este elemento, aunque se mantiene en algunos casos el modelo tradicional, de hilo y colores vivos, se observa una gran variedad de materiales y motivos decorativos.
 
 

 
 
         También podemos encontrar las que imitan el modelo tradicional, aunque fabricadas con fibras industriales.
 

 
  
         No son pocas las que aparecen con motivos típicamente manchegos o cervantinos.
 

 
         O cualquier otro motivo de tipo general que podría ser utilizado en infinidad de lugares (flor de lis, estampados, cacerías, etc).
 

 
         Aunque posiblemente el más utilizado sea el de las franjas de colores, bien sean verticales u horizontales.

 
         Por último, esta variedad de motivos se completa con el tipo más sencillo, que es el de colores lisos.
 
© José Solórzano Sánchez
 

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