martes, 18 de octubre de 2016

Las elecciones de abril de 1931 y la proclamación de la Segunda República en Canarias. (II).


2.Las elecciones de abril de 1931 y la proclamación de la Segunda república en Canarias.

        La elaboración del presente capítulo se basa primordialmente en el análisis exhaustivo de la prensa diaria de Santa Cruz de Tenerife correspondiente a los días 9 a 16 de abril de 1931. Los únicos periódicos que presentan series relativamente completas y de los que hemos podido disponer son los siguientes:

-EL PROGRESO. (1905-1932). Diario republicano autonomista, fundado por Santiago García Cruz.

-LA GACETA DE TENERIFE. (1910-1938). Diario católico y conservador.

-LA PRENSA. (1910-1936). Informativo de tendencia republicana, fundado por Leoncio Rodríguez.

-LA TARDE. (1927- ). Órgano de opinión republicana, fundado por Víctor Zurita Soler, Matías Real González y Francisco Martínez Viera.

Estos diarios, pese a pertenecer a tendencias opuestas, comparten la característica común de publicarse todos en Santa Cruz de Tenerife, con lo que, pese a las diferencias antes mencionadas, ofrecerán una visión nada dispersa con referencia a un mismo fenómeno.

Con referencia al periodo de tiempo que abarca nuestro estudio, y a los periódicos ya señalados, no contamos con series completas porque faltan ejemplares para algunos días; así, los números que hemos consultado son los siguientes:

-De LA GACETA DE TENERIFE: días 9, 10, 11, 12, 14, 15 y 16 de abril.

-De EL PROGRESO: días 9, 10, 11, 13, 14 y 16 de abril.

-De LA TARDE: días 10, 11, 13, 14, 15 y 16 de abril.

-De LA PRENSA: días 11, 12, 14 y 16 de abril.

Como hemos ya señalado, nuestro estudio se centra en el periodo comprendido entre los días 9 y 16 de abril de 1931; sin embargo, hemos creído conveniente incluir un breve comentario relativo a los sucesos que antecedieron y hasta cierto punto, determinaron los hechos que analizamos.

 

2.1.Los antecedentes de la Segunda República.

El trece de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de estado y proclamó una dictadura militar. El rey Alfonso XIII, que por un lado la deseaba como último remedio y por otro la temía, aceptó el hecho consumado. Los mismos intelectuales y políticos que representaban al régimen depuesto escribieron en los periódicos de la época que el golpe respondía a una auténtica necesidad.

La Dictadura representó un paréntesis de calma verdaderamente insólito en lo que iba de siglo. Cesaron los atentados, los desórdenes, las huelgas revolucionarias y la efervescencia tumultuosa del país. España, ya fuera por el orden, por la buena administración o por la favorable coyuntura, entró en el tramo histórico más próspero desde hacía décadas.

La Dictadura, desde el punto de vista del dictador, no era un “régimen”, sino tan solo una situación transitoria, un paréntesis abierto para reparar la maltrecha maquinaria del Estado, y que, una vez cerrado, facilitase el retorno a la “normalidad”.

Entre 1923 y 1926 España fue gobernada por un directorio militar, presidido por Primo de Rivera. Su programa fue más que nada negativo: acabar con el desorden, la subversión social, la bancarrota económica y el problema de Marruecos.

Primo de Rivera, posteriormente,  sustituyó el Directorio por un Ministerio Civil. Al mismo tiempo, insinuó la transformación del sistema provisional de la Dictadura en un régimen nuevo, distinto del derribado en 1923. Esta transformación falló a todas luces: fallaron los políticos y no fue fácil inventar otros. Se fundó la Unión Patriótica, que sería, según Primo de Rivera, un “partido político”, contradicción que casi nadie entendió. Se reunieron las Cortes en forma de Asamblea Nacional, con mediano éxito. En cambio, el éxito sí que acompañó a la gestión administrativa.

Puede parecer sorprendente que el régimen de Primo de Rivera, con todas sus realizaciones positivas y su prosperidad, fuese perdiendo popularidad, hasta aconsejar al general la dimisión, en enero de 1930. Hay que tener en cuenta que la Dictadura, por definición del propio dictador, era un paréntesis que tenía que caducar y que muchos intereses querían ver cerrado cuanto antes. Debe reconocerse también que el sistema dictatorial había gobernado y administrado con más aciertos que errores; pero no había resuelto los problemas de fondo, que seguían siendo los mismos aunque permanecían cuidadosamente arrinconados. La prolongación de aquel régimen, por naturaleza y promesa, transitorio durante siete años, fue favoreciendo las deserciones. Así, se pasaron a la oposición los intelectuales, los socialistas, los contribuyentes y hasta muchos militares. Un hecho vino a unir  dar forma a todas las oposiciones, tímidas hasta entonces: la “gran Depresión”, la catástrofe de la economía occidental en 1929-1930, que alcanzó también a España.

Tras la dimisión de Primo de Rivera, entre mantener el régimen de dictadura o regresar sin más a la normalidad constitucional, el rey proyectó seguir el camino intermedio. Encargó el gobierno a otro militar, el general Berenguer, pero con el encargo de ir preparando la vuelta a la Constitución y al régimen de partidos. Berenguer había demostrado ser un buen militar, pero no fue un político hábil. Los antiguos parlamentarios le achacaron desconfianzas y recelos, de suerte que parecía difícil un relevo cordial; pero por su parte, Berenguer, como atacado de cierto pudor, quiso dejar en claro su escasa simpatía por la Dictadura, y se puso a desmontar, sin más, todo el tinglado del régimen de primo de Rivera. El vacío empezaba a producirse.

En agosto de 1930, una serie de políticos e intelectuales, de muy diversas tendencias firmaron “el Pacto de san Sebastián”, declaración republicana que indicaba por donde iban los caminos del futuro. Casi al mismo tiempo afloraba la Asociación Republicana Militar y la Agrupación al Servicio de la República, formada esta última por intelectuales, entre ellos, Ortega y Gasset.

En diciembre de 1930 estallaron dos intentonas militares de carácter republicano, una en Jaca y otra en el aeródromo madrileño de Cuatro Vientos. Ambas, pésimamente organizadas, fracasaron rápidamente, pero demostraron las nuevas tendencias también en muchos sectores del ejército. Berenguer quiso entonces recurrir a una consulta de opinión mediante unas elecciones generales; pero los partidos decidieron la abstención, con lo que Berenguer,  abandonado por todos dimitió en febrero de 1931.

Fue llamado a formar gobierno el almirante Aznar, bienintencionado, pero desorientado y débil, que no haría más que certificar el entierro de la Monarquía. Para ir preparando a las fuerzas políticas, pero sin ningún compromiso formal, convocó unas elecciones municipales, que nada podrían decidir sobre la naturaleza del régimen, pero permitirían auscultar la opinión pública.

 

2.2.Jueves, 9 de abril de 1931.

Nos encontramos en  plena etapa electoral. Los monárquicos, presionados por la situación, habían aceptado como plebiscitarias las elecciones municipales del 12 de abril. Muy seguro de sí, Romanones, a la sazón ministro de Estado, reconocía (ABC 28-03-1931) que solo por medio de elecciones se decidiría entre el régimen actual y el propuesto por los republicanos.

La fiebre electoral alcanza su punto culminante estos días que preceden a los comicios, precisamente cuando lo que está en juego es el propio régimen. Tanto monárquicos como republicanos están convencidos de que el triunfo será suyo. En Tenerife, los republicanos tienen claro que el ayuntamiento capitalino será para ellos, y a este respecto señala El Progreso:

 

“El futuro Ayuntamiento de esta capital será republicano y socialista. Eso no lo evitará ni una erupción del Teide (). Además, sería un contrasentido que siendo este Ayuntamiento en 1923 Republicano, por las fuerzas exclusivas del partido, ahora no lo vaya a ser, cuando los años de Dictadura tanto auge le dieron

Si bien es cierto que se vislumbra el triunfo republicano-socialista en el ayuntamiento capitalino, no es menos cierto que los monárquicos contaban con la baza del caciquismo, aún latente,  en el interior de la isla, eminentemente campesino.

Cada tendencia en lucha en el ámbito insular utiliza cualquier tipo de apoyo, aunque provenga del exterior; la propaganda monárquica es más triunfalista que la republicana; de cualquier forma, este mismo jueves, El Progreso publica una carta del exiliado comandante Ramón Franco a su hermano Francisco Franco, general y director de la Academia Militar de Toledo, del 12 de abril de 1930. En la misma se declara totalmente afecto a la República y señala la justificación que le guía:

“La Monarquía rompió la Constitución (hace referencia al apoyo prestado por el rey a la Dictadura), que es el pacto que tenía con el pueblo; roto el pacto, al pueblo, solo al pueblo corresponde rehacerlo, o elegir el régimen de gobierno que le ofrezca más sólida garantía de progreso y bienestar”.

La Gaceta de Tenerife, por su parte, presenta en primera página un editorial con el título: “De los alborotos universitarios. Los que han de curar a la humanidad doliente”. Hace referencia a los sucesos acaecidos el 24 y 25 de marzo pasado, frente a la facultad de medicina de Madrid, “la casa de rebelión” según Mola (4), estudiantes y policías lucharon entre sí con armas de fuego. Murió un guardia civil y hubo 18 heridos y multitud de detenidos. Esta revuelta se propagó por diferentes distritos universitarios del país. En Barcelona, donde los estudiantes se proclamaron “amos de la universidad” crearon una “Junta Revolucionaria” cuyo primer decreto fue el siguiente:

“Se declara la República en esta Universidad. ¡Pedimos ayuda al pueblo!”

Estos enfrentamientos, quince días antes de las elecciones tuvieron un fuerte impacto en la sociedad española. Para los monárquicos, “elementos extranjeros” suministraban armas a los estudiantes. La confederación de Padres Católicos, se manifestó duramente.

(4)BEN-AMÍ, Sholomo, 1976, p.p. 37-47.

Con referencia al artículo de La Gaceta de Tenerife, se ve claramente su posición al considerar que:

 

“En los sucesos de San Carlos han intervenido menos estudiantes que agitadores profesionales, o que los primeros son arrastrados por los segundos”.

En definitiva, las fuerzas monárquicas evitan por todos los medios aceptar que los futuros médicos del país comulgan con la idea republicana. Así, la prensa partidaria de la República replica a la histeria de la derecha al comentar los desórdenes estudiantiles:

 

“Estos estudiantes son los niños del año 23 que aún no han vivido con libertad y que al llegar a la edad adulta reclaman sus derechos ciudadanos de pensar y expresar su pensamiento libremente. Esta juventud es así, porque así la hizo la Dictadura”.

Como es evidente, en estos momentos de efervescencia política y electoral, cada tendencia intenta, a través de la prensa, influir en los votantes. Este proceso se lleva a cabo en La Prensa mediante las publicaciones contrarias a la idea republicana, así como noticias parciales referidas al seguro triunfo monárquico. Como muestra baste señalar las siguientes:

-Los comunistas son antirreligiosos.

-Numerosos representantes de pueblos de Andalucía y Extremadura muestran su adhesión al monarca.

-Romanones declara unos 500 monárquicos amigos suyos han salido concejales (por el artículo 29) por Guadalajara. Solo se proclamaron 6 concejales antimonárquicos (5).

-Mitin monárquico en Madrid. El exministro Goicoechea señaló el peligro real del comunismo.

 (5)Según el artículo 29 de la Ley Electoral vigente, de no presentarse más que una candidatura, sus integrantes se convertirían automáticamente en concejales sin necesidad de celebrar elecciones.

 

2.3.Viernes 10 de abril de 1931.

Hay que señalar que a partir de este día y hasta el domingo 12, aparecen en primera página de los diarios santacruceros párrafos que incitan al voto a los electores.

 

EL PROGRESO.

En las elecciones municipales que se celebrarán el domingo próximo, es deber patriótico de los electores tinerfeños votar la candidatura republicano-socialista. Hay que contribuir al triunfo de la ideología política que ha de barrer al actual régimen que viene imponiendo el desorden y la perturbación de España.

 

LA GACETA DE TENERIFE.

En las elecciones municipales que se celebrarán el próximo domingo, el deber patriótico de los electores tinerfeños es votar a los candidatos de filiación monárquica. Hay que contribuir al triunfo de la ideología política opuesta a todo criminal intento de perturbación del orden en España.

 

El Progreso presenta un editorial con el objetivo de incitar al voto a los santacruceros. En efecto, al retirarse de la contienda Acción Tinerfeña (constitucionalistas), el triunfo de los republicanos se acerca más, sin embargo, corre el temor de que la idea del triunfo fácil, haga que muchos electores republicanos no cumplan con su obligación de votar, y si este hecho se generaliza, pudiera ocurrir, que el triunfo seguro se tornase en derrota; de ahí la insistencia del editorialista en que todos los antimonárquicos emitan su voto.

Tanto El Progreso, como La Prensa y La Gaceta de Tenerife se hacen eco del problema planteado por la huelga de obreros portuarios en demanda de mejoras salariales. Una reunión en el Gobierno Civil, entre obreros y patronal para finalizar el conflicto portuario determina que, posteriormente y en señal de buena voluntad, y ante la proximidad de las elecciones, la Federación Obrera, reunida en asamblea, decida suspender la huelga general prevista para los próximos días.

Por último, basta señalar que La Gaceta de Tenerife, en un alarde propagandístico pro-monárquico, presenta en primera página una serie de artículos con títulos tan expresivos como:

 

“Religión, Patria y Monarquía” o “En la monarquía caben todos los avances sociales”

 

Sin que falten ataques furibundos hacia los republicanos con artículos tan significativos como los titulados:

 

“La obra de los revolucionarios ¡Eso no es ser valiente!

“Eternos farsantes”

Ambos constituyen ataques a la idea republicana y a sus máximos representantes, que se asemejan más a un pataleo que a una crítica veraz.

 

2.4.Sábado, 11 de abril de 1931.

La víspera de las elecciones no se traduce en la prensa en una tensión notable, por el contrario, los tres periódicos de tendencia republicana llaman a la sensatez de los votantes y se limitan a aconsejar el voto y notificar de los mítines llevados a cabo.

El Progreso presenta un editorial en el que expone sin exaltación la negativa del alcalde de Icod a la celebración de un mitin republicano en esta localidad.

La Prensa, por su parte, presenta una entrevista con Rafael Guerra del Río, miembro del Comité Republicano. El político se muestra convencido del triunfo de los republicanos en las capitales de provincia y en las principales ciudades del país. La entrevista está realizada en Las Palmas, a donde ha llegado con una misión organizativa. El triunfo de los republicanos en la capital de Gran Canaria se ve como una posibilidad algo remota, pero se tienen fundadas esperanzas; por el contrario, a la pregunta de si viajará a Tenerife, responde:

 

“Allí se bastan solos. En Tenerife ya se ha proclamado la República hace muchos años”

Quizás la noticia más importante, por la incidencia que puede tener sobre el electorado, especialmente el rural y el femenino, es la publicada en La Gaceta de Tenerife, donde se recogen unas manifestaciones del cardenal Segura, primado de España, donde recuerda las enseñanzas de la Iglesia, y señalando el deber inexcusable en que se hallan todos los católicos de:

 

 “Cooperar al triunfo de los candidatos de quienes se espere mayor bien para los intereses de la religión”

Como aspecto curioso, a primera vista, pero decisivo por su importancia (aunque a la hora de la verdad, la abstención en Canarias se sitúa a la cabeza del país) haría referencia al voto obligatorio. En efecto, en El Progreso se señala que de acuerdo con la Ley Electoral vigente, aquellos inscritos en las listas electorales que no emitan su voto, estarán sujetos a una serie de sanciones.

La Ley Electoral de ocho de agosto de 1907 (Ley Maura), introduce en España, de la mano de la mayoría conservadora del Gobierno Maura, la figura del voto obligatorio, ya incluida en varios proyectos de reforma de la Ley de 1890 (6). Se ha visto en este hecho la pretensión de atraer un mayor número de votos a las urnas, sin acudir a la ampliación del censo electoral a través del voto femenino o de la reducción de la edad requerida para ser elector (25 años).

La legislación de 1907 (que estaba vigente en 1931) contempló sanciones poco severas, aunque discriminatorias, para el personal al servicio de la Administración Pública:

 

Artículo 84.- Si el elector que sin causas legítimas dejase de emitir su voto en cualquier elección efectuada en su distrito, será castigado:

1º.Con la publicación de su nombre como censura por haber dejado incumplido su deber civil, y para que aquella se tenga en cuenta como nota desfavorable en su carrera administrativa; y

2º.Con un recargo de un 2% de la contribución que pagare al Estado, en tanto no vuelva a tomar parte en otra elección.

Si el elector percibiese sueldo o haberes del estado, provincia o municipio, perderá durante el tiempo que corra hasta una nueva elección un 1% de ellos, transfiriéndose esta porción a los establecimientos de beneficencia del término municipal. En caso de reincidencia, además de las penas anteriores, el elector quedará inhabilitado, hasta que tome parte en otra elección, para aspirar a cargos públicos electivos o nombramiento del Gobierno, de la Diputación provincial o del municipio.

No incurrirían en dicha responsabilidad aquellos electores que dejen de votar por haber sido candidatos o apoderados suyos en la elección de que se trate, por enfermedad, por ausencia, causa justificada o por otra circunstancia de igual entidad o análoga a las anteriores ().

Artículo 85.-Para tomar posesión de todo destino público será requisito indispensable, en los mayores de veinticinco años, exhibir la certificación de haber ejercido el derecho de sufragio en la última elección verificada en su respectivo distrito electoral, o certificación de no ser elector, o de estar exento de la obligación de votar, o de haber justificado la omisión del voto ante la Junta correspondiente.

 6)VANACLOCHA, F. J. 1977, p.p. 23-31.


2.5.Domingo, 12 de abril de 1931.

El día de las elecciones se caracterizó por la normalidad. La semana anterior, en virtud del artículo 29 de la Ley Electoral, fueron proclamados sin oposición en toda España 11.687 candidatos monárquicos frente a 1.391 republicanos. Estos resultados habían inflamado de optimismo a los partidarios del rey. Sin embargo, la prensa republicana señalaba:

Mal síntoma la proclamación de candidatos sin luchaDonde esto sucede, se puede asegurar que es lenta y desmayada, si no nula, la pulsación histórica; que es una parte paralítica del organismo social”.

 

En las islas Canarias, más del sesenta por ciento de los concejales fueron elegidos por el artículo 29.

La Prensa presenta un comunicado del Partido Republicano a sus afiliados en el que se les recomienda encarecidamente el orden y la tranquilidad en esta jornada de comicios. Por el contrario, La Gaceta de Tenerife, continúa en la misma trayectoria que ha venido manteniendo a lo largo de toda la etapa electoral, esto es:

a)Publicación de artículos, vacíos e intrascendentes en su mayoría,  contrarios a la idea republicana:

 

“En la región de las ideas puras. De ninguna manera conviene la República a España”.

“Una gráfica descripción: ¡Aquello parecía una verdadera república!”

-“La religión y el bolchevismo”.

 

b)Noticias alentadoras referidas al seguro triunfo de los monárquicos.

 

“Grandes aclamaciones a nuestros monarcas en el Palacio de la Música”.

“Proclamación de numerosos concejales monárquicos en Jaen (artículo 29)”.

“Reunión de Estudiantes Católicos en Madrid”

“Romanones confía en el triunfo rotundo de los monárquicos en Madrid”.

 

2.6.Lunes 13 de abril de 1931.

Para el día 13 de abril, solo hemos podido disponer de periódicos de tendencia republicana: El Progreso y La Prensa. Tanto uno como otro valoran muy positivamente el triunfo de la candidatura republicano-socialista en Santa Cruz de Tenerife.

El entusiasmo de la votación fue colosal, como señala El Progreso, la abstención en esta capital obtuvo las cotas más bajas que se recuerdan. En todos los distritos triunfó plenamente la candidatura republicana. Únicamente Taganana, con un fuerte componente rural, por donde los republicanos presentaron un solo candidato, la mayoría de los sufragios correspondió a los monárquicos, pero el representante republicano también fue proclamado.

En suma, sigue señalando El Progreso, de los treinta y seis concejales que componen el ayuntamiento capitalino, los resultados fueron los siguientes:

 

-Conjunción republicano-socialista.                24 concejales.

-Grupo constitucional.                              8 concejales.

-Grupo liberal.                                     4 concejales.

 

Sin embargo, pese al triunfo destacado en la capital, como se suponía, en el resto de la isla y en las menores, triunfaron los monárquicos, a excepción de Guía de Isora:

 

-Republicanos                7 concejales.

-Socialistas                   2 concejales.

-Comunistas                  1 concejal.

-Independientes               1 concejal.

-Monárquicos                 1 concejal.

 

Para los municipios más importantes de la isla como La Laguna, La Orotava,  Los Realejos, Icod de los Vinos  y Güímar, de un total de 92 concejales, se distribuyeron de la siguiente manera:

-Monárquicos                  36 concejales.

-Republicanos                  17 concejales.

-Liberales                      24 concejales.

-Constitucionalistas              9 concejales.

-Conservadores                  6 concejales.

 

Un hecho a destacar es la importancia que tuvo el voto rural en estas elecciones, anulando muchas veces el voto republicano de las ciudades. Como muestra baste citar en caso del municipio de La Laguna:

 


Distribución de los votos.

 
Republicanos
Monárquicos
Casco
721
640
Tejina, Valle Guerra,
Guamasa.
132
860
Total.
853
1.500

El Progreso 13/04/1931.

 

Así, la candidatura republicano-socialista obtuvo la mayoría de los votos en el casco de la ciudad, mientras que en los pagos rurales “donde el caciquismo todavía mantiene su presencia”, como señala El Progreso, barren los monárquicos. Sin embargo, en el reparto de concejales la disimetría es bien patente, y se ve claramente la importancia del voto rural: los monárquicos, con un 64% de los votos del conjunto del municipio, obtienen 20 concejales, mientras que los republicanos,  con el 36%, solamente tres.

 

2.7.Martes 14 de abril de 1931.

Para este día si disponemos de información referente a periódicos de ambas tendencias, monárquica y republicana, con lo que el análisis de los mismos se puede confrontar.

Ninguno de los periódicos consultados presenta noticias referentes a la actualidad política insular, por el contrario, todos se limitan a transmitir los sucesos y rumores que circulan por la capital del país; lo que está claro es que pese al triunfo monárquico en cifras absolutas, el rey está solo; en un primer momento se rumorea la abdicación del monarca como posible salida a la crisis, pero el Comité Republicano va mucho más allá, exige la proclamación de la República.

A este respecto, si bien a nivel insular no disponemos de información periodística, al menos el día 14, los sucesos de Madrid pueden muy bien generalizarse al resto del país, por lo menos sus motivaciones, y por supuesto, referidos a capitales de provincia y ciudades importantes (7).

Los resultados de las elecciones en el conjunto del país, como señala Adolfo Hernández Lafuente (8) habían sido los siguientes.

 

 Resultados sobre participación en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.

 
 
Totales.
%sobre
el total.
% sobre la elección realizada.
Número de municipios.
9.259
 
 
Total de concejales a elegir.
81.090
 
 
Total de candidatos proclamados.
117.895
 
 
Total de electores censados (1930)
5.440.103
100
 
Electores de los distritos que hubo artículo 29.
 
1.101.544
20,25
 
Electores de los distritos que hubo elección.
4.338.459
79,74
100
Total de electores votantes.
2.914.080
53,56
67,16
Abstenciones.
1.424.379
26,18
32,83

 

Adolfo Hernández Lafuente. Las elecciones del 12 de abril.

 
 

Resultados totales en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.

 
Grupos políticos.
Concejales
por el art. 29.
Concejales elegidos.
 
Total
%
REPUBLICANOS ANTIMONÁRQUICOS.
 
 
 
 
1.Comunistas.
10
57
67
0,08
2.Socialistas.
887
3.926
4.813
 5,93
3.Republicanos.
13.940
20.428
34.368
42,39
TOTAL.
14.837
24.411
39.248
48.39
MONÁRQUICOS E INDEFINIDOS.
 
 
 
 
1.Monárquicos.
6.065
12.970
19.035
23,47
2.Otros (presumiblemente
Monárquicos).
6.043
9.155
15.198
18,74
3.Sin datos.
2.859
4.132
6.991
8,63
TOTAL
14.967
26.257
41.224
50.83
No establecidos.
 
 
607
0,74
TOTAL GENERAL.
29.804
50.668
81.099
99,96

Adolfo Hernández Lafuente. Las elecciones del 12 de abril.

 

 

Concejales elegidos por votación en las capitales de provincia,

 
Concejales
proclamados.
%
Republicanos.
 772
44,77
Socialistas.
 290
16,82
TOTAL.CONJUNCION
REPUBLIC-SOCIALISTA.
1.062
61,59
Monárquicos.
 467
 27,08
Comunistas.
  3
 0,17
Otros.
 192
 11,01
TOTAL.
1.724
 99,97

Adolfo Hernández Lafuente. Las elecciones del 12 de abril.

 

 

En lo que se refiere al resultado del proceso electoral en Canarias, en relación al total nacional, queda reflejado en el siguiente cuadro:

 

 
CANARIAS
ESPAÑA
Censo electoral (1930).
104.044
5.440.103
Electores privados de voto por el artículo 29.
43.981
1.101.044
Concejales proclamados por el artículo 29.
653
 29.804
Concejales proclamados por elección.
485
 50.689
Abstención.
55%
33%
Votantes.
26.707
2.914.080
Concejales comunistas.
1
67
Concejales socialistas.
77
4.813
Concejales republicanos.
404
34.688
Concejales monárquicos.
586
19.035
Otros.
86
15.198
Sin datos.
-
6.991

 

(7)KRAMER, A.M. y CASTELLÁ I GASSOL, J., 1977, p.p.19-29.

(8)HERNÁNDEZ LAFUENTE, A.1981, p.p. 49-55.

 

De cualquier forma, a raíz de los sucesos acaecidos en Madrid el martes 14 de abril (9) (10) y que aquí sería prolijo relatar, por fin La Tarde, en su edición de ese día, es el único periódico tinerfeño que puede proclamar:

(9)ORTEGA KLEIN, A. 1981, p.p.67-78..

(10)DE MATEO SOUSA,E. 1981, p.p.42-48

Como contrapartida, La Gaceta de Tenerife incluye en su edición de ese día una serie de crónicas de actualidad, como las referidas a:

“Rasgos simpáticos del monarca español”

“Necesidad de prensa católica en la isla de La Palma”

 

2.8.Miércoles 15 de abril de 1931.

Para este día, cuando la proclamación de la República es un hecho en todo el país, las diferencias entre la información ofrecida por La Gaceta de Tenerife y La Tarde son bien patentes.

La Gaceta de Tenerife, como si nada hubiese ocurrido en el país, no presenta en primera página ni en otras interiores información alguna referente al cambio de régimen, y esta actitud es sintomática de sus intenciones hacia el mismo; todo lo más, incluye en páginas interiores breves noticias referentes a los acontecimientos que se producen en la Península y en Santa Cruz, pero muy superficialmente. En primera página presenta una serie de artículos intrascendentes (si los comparamos con el momento histórico que se vive). He aquí un ejemplo:

 

Crónica de Arte: “Luján Pérez, escultor realista y neoclásico”

Acontecimientos artísticos en Tenerife: La Compañía de Ópera Rusa.

“Los últimos románticos” 

 

Por el contrario, La Tarde proclama en primera página y con grandes titulares:

EL ADVENIMIENTO  DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA.

 

En un extenso artículo se hace eco de la proclamación del nuevo régimen y sobre todo, de la primera disposición del nuevo Gobierno: el Decreto de Amnistía.

La noticia más interesante, en el ámbito insular, la constituye quizás la referencia a las manifestaciones populares y al día de júbilo que vivió Santa Cruz de Tenerife el día anterior con motivo del cambio de régimen., cuando cerró el comercio y las fábricas y la capital se llenó de manifestaciones.

También aparecen otras noticias que reflejan que la implantación de la República es ya una realidad.

-La bandera republicana se iza en el palacio del Gobierno Civil y cesa en su cargo el gobernador.

-La plaza de la Constitución cambia su nombre por el de La República.

-Las dimisiones se suceden: presidente de la Mancomunidad, alcalde de La Laguna, etc.

 

2.9.Jueves 16 de abril de 1931.

Estamos en el último día que aborda nuestro periodo de estudio, y a través de la prensa republicana se detecta no solo el júbilo de los días precedentes, sino además, el interés porque la vida del país se vaya encauzando según el nuevo régimen; de ahí las constantes llamadas al orden y a la tranquilidad.

Todo hace prever que la naciente República se encuentra en vías de consolidación: salida del rey del país, proclamación de alcaldes republicanos en todos los pueblos de la provincia, proclamación del nuevo Gobernador Civil, muestras continuas de adhesión al régimen, etc.

La prensa conservadora, por el contrario, mantiene la misma actitud que en días anteriores, esto es, breves noticias en páginas interiores referidas a los más recientes acontecimientos que se suceden en el país, mientras que en primera página solo aparecen noticias de carácter cultural.

Para concluir, una cita de Eligio de Sousa, que  refleja el carácter efímero del régimen recién instaurado, carácter que seguramente ni imaginaban todos aquellos que en esos días  celebraban con júbilo su proclamación:

“El día de los republicanos llegó después de 57 años de espera. No se enmendarán, no serán astutos, sus yerros y las circunstancias los sumirán en una tragedia que ha de desbordarles” (11).

(11)DE MATEO SOUSA,E. 1981, p.p.42-48.

  

Conclusiones.

      Del análisis de la prensa a lo largo de estos días y de la información previa de la que disponemos, tres son los aspectos fundamentales que podemos destacar.

        En primer lugar, señalar que los dirigentes y candidatos de los partidos republicano y socialista organizaron su campaña centrando todos sus esfuerzos en la capital de la provincia, abandonando la contienda en los pueblos y pequeños núcleos rurales, de ahí el gran número de concejales proclamados por el artículo 29 de la Ley Electoral, la mayoría monárquicos.

        Los dirigentes monárquicos, por el contrario, confiaban en conseguir fácilmente el triunfo en la totalidad de la provincia y ningún jefe de partido consideraba la posibilidad de que el resultado de las elecciones le fuese adverso.

        Pero el hecho fundamental que podríamos destacar es que en esta campaña electoral, teóricamente municipal, para nada se hablaba de los problemas de los distintos municipios. La realidad es que la campaña se planteó desde un primer momento exclusivamente como un plebiscito entre el rey y la oposición. El carácter plebiscitario de la contienda fue rápidamente asumido por la mayor parte de la población, afrontando el dilema entre Monarquía o República como causa a debatir, y olvidándose de la pretendida condición administrativa de las elecciones.

 
 

 

BIBLIOGRAFÍA.

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©José Solórzano Sánchez.






 
 
 
 

 
 


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